Dice Julián Marías que “el aburrimiento es el máximo
enemigo del hombre de nuestra época”[1],
¿En qué consiste? ¿Por qué ocurre? El aburrimiento es consecuencia de no tener nada que hacer. Y es que, por
el contrario, y como dice Ortega: “La vida es quehacer (…) La vida es lo
que hay que hacer. Quien intente eludir esta condición sustancial de la vida,
recibe de ella el más horrible castigo: al querer no hacer nada se aburre” [2].
¿Y por qué el aburrimiento afecta especialmente a nuestro tiempo? El mismo
Marías nos pone en la pista de la respuesta: “Hoy (…) nos encontramos
envueltos en una presión singular, una presión distinta de la presión en que se
ha sentido el hombre desde la prehistoria, que es la presión de las facilidades”[3].Como
consecuencia indeseable del aumento del nivel histórico, acontece que, en gran
medida, el hombre ha perdido la conciencia de la realidad como dificultad y
limitación. Y puesto que los proyectos de vida se construyen como modo de
enfrentarse a la dificultad y a la limitación que el entorno opone a nuestro
deseo de alcanzar nuestros ideales, hoy los proyectos de vida han entrado, en
esa misma medida, en crisis. Los hombres víctimas del tedio no saben a qué
dedicar sus vidas, aparte de aquello a lo que se ven obligados a hacer.
[1] Julián
Marías: “Cansancio de la vida como crisis de los proyectos”, en la obra
colectiva “El cansancio de la vida”, Madrid, Karpos, 1975, p. 171.
[2] Ortega y
Gasset: “Para el ‘Archivo de la Palabra’”, O. C. Tº 4, p. 366.
[3] Julián
Marías: “Cansancio de la vida como crisis de los proyectos”, en la obra
colectiva “El cansancio de la vida”, Madrid, Karpos, 1975, p. 161.
 
 
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