Robert Gonsalves |
La realidad no la
constituye la materia, los objetos o los hechos desnudos. Para que estos
lleguen a configurarse como realidad necesitan de la aportación de nuestras
ideas, que los interpretan y dan su forma. La realidad, para ser, necesita de nuestra
fantasía.
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“La realidad no es dato, algo dado, regalado –sino que es construcción
que el hombre hace con el material dado” (Ortega y Gasset[1]).
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“Los hechos no son nunca ciencia, sino empiria. La ciencia es teoría, y
ésta consiste precisamente en una famosa guerra contra los hechos, en un
esfuerzo para lograr que los hechos dejen de ser simples hechos, encerrados
cada uno dentro de sí mismo, aislado de los demás, abrupto. El hecho es lo irracional,
lo ininteligible. La mente siente una extraña angustia y como asfixia ante el
mero hecho que la obliga a reaccionar movilizando sus funciones conectivas” (Ortega y Gasset[2]).
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“Las ideas, en cuanto merecen
este exigente nombre de ideas, no son nunca mera recepción de presuntas realidades,
sino que son construcciones de posibilidades; por tanto, puras imaginaciones
nuestras o ideas puras, según averiguó hace veinticuatro siglos, de una vez
para siempre, Platón de Atenas, hijo de Aristón; averiguación que, a mi entender,
es, sin comparación posible con ningún otro, el descubrimiento más sublime y
eficaz que se ha hecho hasta ahora en el planeta que habitamos y que hoy más
que nunca constituye el alfa y omega de todo ejercicio científico” (Ortega y Gasset[3]).
[1] Ortega
y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº 5, p. 16
[2]
Ortega y Gasset: “Prólogo a la “Introducción a las Ciencias del Espíritu” por Wilhelm
Dilthey”, O. C. Tº 7, p. 67.
[3]
Ortega y Gasset: “Una interpretación de la Historia Universal”, O. C. Tº 9, p.
184.
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