“El capricho es hacer cualquiera cosa entre las muchas que se pueden
hacer. A él se opone el acto y hábito de elegir, entre las muchas cosas que se
pueden hacer, precisamente aquella que reclama ser hecha. A ese acto y hábito
del recto elegir llamaban los latinos primero eligentia y luego elegantia. Es, tal
vez, de este vocablo del que viene nuestra palabra int-eligencia. De todas suertes, Elegancia debía ser el
nombre que diéramos a lo que torpemente llamamos Etica, ya que es esta el arte
de elegir la mejor conducta, la ciencia del quehacer. El hecho de que la voz
elegancia sea una de las que más irritan hoy en el planeta es su mejor
recomendación. Elegante es el hombre que ni hace ni dice cualquier cosa, sino
que hace lo que hay que hacer y dice lo que hay que decir” (Ortega y Gasset[1]).
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“Esa vida que nos es dada, nos es dada
vacía y el hombre tiene que írsela llenando, ocupándola. Son esto nuestras
ocupaciones. Esto no acontece con la piedra, la planta, el animal. A ellos les
es dado su ser ya prefijado y resuelto (…) Al hombre le es dada la forzosidad
de tener que estar haciendo siempre algo, so pena de sucumbir, mas no le es, de
antemano y de una vez para siempre, presente lo que tiene que hacer (…) No tenemos
más remedio que elegir y, por tanto, ejercitar nuestra libertad. La
circunstancia —repito—, el aquí y ahora dentro de los cuales estamos
inexorablemente inscritos y prisioneros, no nos impone en cada instante una
única acción o hacer, sino varios posibles y nos deja cruelmente entregados a
nuestra iniciativa e inspiración; por tanto, a nuestra responsabilidad” (Ortega
y Gasset)[2].
La vida siempre nos pone varias alternativas a elegir para una sola cosa, pero esta elección es un salto al vacío, nunca sabremos, solo suponemos, qué hubiera pasado si hubiéramos elegido otra,y así pasamos nuestra vida, de elección en elección, y con la duda a cuestas de si elegimos lo correcto. Muchas veces nos arrepentimos pero no podemos volver atrás. Pueden ser cosas cotidianas, sin mayores consecuencias, pero cuando se trata de cambios fuertes para nuestra vida,también usamos la inteligencia,y esta nos lleva a pensar que tomaremos la mejor decisión, pero nunca sabremos cómo hubiera sido el resultado ,si lo hubiéramos hecho de otra manera.
ResponderEliminarCarmencita Cabeza, ahí está, precisamente, lo que nos caracteriza como humanos: que nada nos viene dado, imuesto, sino que siempre tenemos que ejercer nuestra capacidad de elección frente a diferentes opciones. Y por eso la duda se convierte en una compañía ineludible, porque si las cosas estuviesen claras, no serían precisas nuestra libertad y nuestra responsabilidad para que la opción adecuada se impusiese por sí misma.
ResponderEliminarCarmencita Cabeza, ahí está, precisamente, lo que nos caracteriza como humanos: que nada nos viene dado, imuesto, sino que siempre tenemos que ejercer nuestra capacidad de elección frente a diferentes opciones. Y por eso la duda se convierte en una compañía ineludible, porque si las cosas estuviesen claras, no serían precisas nuestra libertad y nuestra responsabilidad para que la opción adecuada se impusiese por sí misma.
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