Antoine Watteau: La gama del amor
“La claridad es la cortesía del filósofo, y, además,
esta disciplina nuestra pone su honor hoy más que nunca en estar abierta y porosa
a todas las mentes (…) Pienso que el filósofo tiene que extremar para sí propio
el rigor metódico cuando investiga y persigue sus verdades, pero que al
emitirlas y enunciarlas debe huir del cínico uso con que algunos hombres de
ciencia se complacen, como Hércules de feria, en ostentar ante el público los
bíceps de su tecnicismo” (Ortega y Gasset[1]).
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“Nunca, jamás, ha venido nada creador, importante y
nuevo a la Filosofía en un libro o discurso que tenga el estilo del Manual,
Vademecum o de una lección soporífera dada a colegiales” (Ortega y Gasset[2]).
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“He aquí (…) para qué están ahí los intelectuales, qué
es lo que han venido a hacer sobre la tierra: oponerse y seducir” (Ortega y
Gasset[3]).
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