Jacques Monod en su emblemático libro “El azar y la
necesidad”: “El hombre sabe al fin que está solo en la
inmensidad indiferente del Universo, de la cual ha emergido por azar. Así como
su destino, su deber no está escrito en parte alguna. A él le toca escoger
entre el Reino y las tinieblas”[1].
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Ortega y Gasset: “Si queremos construir una
existencia significativa, habremos de reducir en ella al mínimum los componentes
de azar. Es preciso que su trayectoria se desarrolle empujada por una vigorosa
necesidad y avance, como un astro espiritual, por una órbita regulada según
leyes ineludibles de la psicología humana”[2].
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