Nos ha costado milenios aterrizar en la realidad. Así lo dice Carl
Gustav Jung: “La proyección (del mundo interior sobre los
fenómenos de la naturaleza) es tan completa que han sido necesarios varios
milenios de civilización para separarla, si quiera en cierta medida, del objeto
exterior”.
Hasta entonces hemos vivido como los niños y como el hombre primitivo, con
una interpretación animista de la realidad, según la cual lo que ocurre en el
mundo es prolongación de nuestros deseos, nuestros temores y nuestros
prejuicios. Desde el Renacimiento el hombre empezó a confrontarse con la
realidad desnuda, y ello ha repercutido positivamente en una descomunal
ampliación de nuestro conocimiento del mundo real. Pero de la mano de ese
descubrimiento ha acabado llegando la era del nihilismo, y una vez alcanzada la
cima, corremos los hombres peligro de desaparecer.
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