Nunca, ni de lejos, la humanidad había alcanzado nada semejante a los innumerables logros que tanto en ciencia y tecnología como en organización social, en economía o en lucha contra la pobreza y el desamparo han tenido lugar en nuestra actual civilización. Y sin embargo, como dice Carl Gustav Jung, mientras todo esto ocurría, “nuestra casa espiritual se ha ido desmoronando”. Los altos niveles de suicidio, el aumento exponencial del consumo de drogas y psicofármacos, y el creciente malestar emocional y psicológico que afectan a las personas de muchos países, especialmente, y esto es llamativo, los más desarrollados, reflejan el grave contraste entre aquellos logros y estos resultados. Los factores causantes son, sin duda, múltiples, pero en este vídeo resaltaremos uno que consideramos crucial: la muerte de Dios
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