En su necesidad de orientarse en la vida, de saber a qué
atenerse frente al caos con el que el mundo se nos presenta para empezar, el
hombre ha necesitado pensar para poner orden en ese caos. En nuestra
civilización, los sistemas de pensamiento, las filosofías, han sido, hasta
ahora, fundamentalmente dos: el realismo
y el idealismo. El primero ha
considerado que la realidad de la que habría que partir para alcanzar ese orden
pretendido son las “cosas”, lo que
tiene un ser independiente de las demás cosas, incluido yo, que soy una cosa
más, con un ser objetivo también. El idealismo, del cual Descartes es el principal punto de inflexión, vino a afirmar que
todas las cosas son dudosas… excepto “yo”,
que soy el que duda, y puesto que dudo, puesto que pienso, existo. “Yo” soy,
pues, la realidad radical. Ortega,
con su raciovitalismo, viene a
afirmar, frente al realismo, que el ser de las cosas, efectivamente, depende de
quien las ve; pero ese sujeto que las ve nunca está solo: siempre está
confrontándose con algo que no es él. En suma, que “yo soy yo y mi circunstancia”: esa es la realidad radical.
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
miércoles, 30 de noviembre de 2022
MODOS DE PENSAR HABIDOS EN NUESTRA CIVILIZACIÓN
lunes, 28 de noviembre de 2022
CÓMO SABER CUÁNDO HAY QUE SER SOCIABLE según los estoicos
“No están las cosas de los
hombres en tan buen estado que agrade a los más lo que es mejor; antes es
indicio de ser malo el aprobarlo la turba” (Séneca[1]).
“Me pides qué cosa hemos de evitar más: y te diré, la
turba (…) Retírate en ti mismo cuanto sea posible; trátate con quienes puedan
hacerte mejor, admite a aquellos a quienes puedas mejorar” (Séneca(2)).
“Es más valeroso no comer ni beber cuando la turba se
embriaga y vomita; pero es más comedido no aislarse ni singularizarse, ni
mezclarse con todos, sino realizar las mismas cosas, pero no de la misma
manera, ya que es bien posible celebrar un día de fiesta sin desorden” (Séneca(3)).
“Una muchedumbre te alaba: ¿en qué puedes sentirte complacido si eres
tal que esa muchedumbre te comprenda? Es en tu interior donde tienen que ser
admiradas tus cualidades” (Séneca[4]).
“Conviene mucho retirarnos en
nosotros mismos, porque la conversación que se tiene con los que no son
nuestros semejantes descompone lo bien compuesto (...) Pero también conviene
mezclar y alternar la soledad y la comunicación, porque aquélla despertará en
nosotros deseos de comunicar a los hombres, y estotro de comunicarnos a
nosotros mismos, siendo la una el antídoto de la otra” (Séneca[5]).
[1] Séneca:
“De la vida bienaventurada”, Cap. II, pág. 97, en María Zambrano: “Páginas
escogidas de Séneca” “El pensamiento vivo de Séneca”.
[2] Séneca:
“Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, p. 22.
[3] Séneca:
“Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, p. 48.
[4] Séneca:
“Cartas morales a Lucilio”, 2 volúmenes
– Barcelona, Orbis, 1984. Tomo I, VIII, pág. 24
[5] Séneca:
“De la tranquilidad del ánimo”, Cap. XV, pág. 76, en “Páginas escogidas de
Séneca”, en María Zambrano: “El pensamiento vivo de Séneca”
sábado, 26 de noviembre de 2022
ESTAMOS ALARGANDO EL SIGLO XIX
Ortega resalta cómo del siglo XIX heredamos una forma de
mirar que llevaba a explicar lo más alto por lo más bajo y lo mejor por lo
peor. Y así, dice, por ejemplo: “El siglo XIX ha tendido en todos los órdenes y problemas
a explicar los fenómenos normales como formas incipientes de lo patológico (…)
Esta predilección por lo patológico emana simplemente del pesimismo preconcebido,
de la acritud y omnímodo resentimiento que actuaban en los senos del alma
europea durante la pasada centuria”[1].
Esta tendencia ya empezó en el siglo XVIII con Rousseau, para el cual el estado
de salvajismo es el genuino y natural del hombre, y la civilización, una
degradación suya. Marx explica la historia por la lucha egoísta de intereses
económicos contrapuestos. Por otro lado, dice Ortega de Darwin que “cree
haber conseguido aprisionar lo vital –nuestra última esperanza– dentro de la
necesidad física. La vida desciende a no más que materia. La fisiología a
mecánica”(2). Por si fuera poco, Freud, dicho un
poco a lo bruto, considera la civilización un subproducto de la represión del
deseo de matar al padre para acostarse con la madre. Aun antes, Rudolf Clausius
enunció el segundo principio de la termodinámica, que establece que el Universo
se mueve tratando de regresar a la muerte térmica… Más cerca de nosotros, los
artistas conceptuales vinieron a decir que arte es lo que a cada cual se le
ocurra que es arte. Y Richard Dawkins, que la unidad fundamental de la
evolución es el gen, y que la sucesión de generaciones de personas es el
recurso que utiliza el gen para encontrarse consigo mismo una generación más
tarde. Oponiéndose a todo esto, Ortega dirá que “La vida es en (el hombre) –a
diferencia de lo que es en el animal– un instinto frenético hacia lo óptimo”[3].
jueves, 24 de noviembre de 2022
SI VIVIR HUMANAMENTE SIGNIFICA IR DETRÁS DE UNA FINALIDAD, ¿POR QUÉ LA VIDA DEL UNIVERSO VA A SER ALGO DIFERENTE?
“No realices ningún acto al azar, ni de otra manera que de acuerdo con
un principio que perfeccione el arte” (Marco
Aurelio, el emperador filósofo[1]).
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“Se ultraja a sí misma el alma del hombre, (…) cuando deja escapar
algún acto o impulso propio sin ningún objetivo, y por el contrario realiza
cualquier cosa al azar o inconsecuentemente, siendo preciso como lo es que
hasta los más pequeños actos se produzcan con referencia a alguna finalidad” (Marco Aurelio[2]).
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“Vivir según capricho es de plebeyo;
el noble aspira a ordenación y a ley” (Goethe[3]).
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“El fenómeno que llamamos “hacer” se diferencia del simple ejercicio de
una actividad con el que se suele confundir. La actividad, cualquiera que ella
sea, incluso la más inteligente, se ejercita “mecánicamente”, automáticamente.
Ahora bien, solo puede decirse que el hombre “hace” algo, cuando sus
actividades son disparadas y ejercitadas por algo y para algo” (Ortega
y Gasset[4]).
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“Mira derechamente adonde se
encamina la naturaleza: la universal, mediante lo que te pasa a ti; la tuya
propia, mediante lo que tú haces” (Marco Aurelio[5]).
[1] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº IV, &2, pág.
45.
[2] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº II, & 16, pág.
34.
[3] Goethe
citado por Ortega en “Personas, obras, cosas”, O. C. Tº 1, p. 446.
[4] Ortega y
Gasset: “Tesis para un sistema de filosofía”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza,
1983, p. 131.
[5] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº VII, & 54,
pág. 94.
martes, 22 de noviembre de 2022
LA DUDA COMO SÍNTOMA DE FORTALEZA INTELECTUAL Y MORAL
No hablamos de la duda del asno de Buridán, que, indeciso
entre comer de un cesto de heno para saciar su hambre y beber de un caldero de
agua que apagara su sed, acabó muriendo de hambre y de sed. La duda siempre se
constituye a partir de dos opciones que se presentan asimétricas, y entre las
cuales es preciso apostar por la que parece mejor.
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“El vigor intelectual de un
hombre, como de una ciencia, se mide por la dosis de escepticismo, de duda que
es capaz de digerir, de asimilar. La teoría robusta se nutre de duda y no es la
confianza ingenua que no ha experimentado vacilaciones; no es la confianza
inocente, sino más bien la seguridad en medio de la tormenta, la confianza en
la desconfianza. Ciertamente que es aquélla, la confianza, la que queda
triunfando de ésta y sobre ella, quien mide el vigor intelectual. En cambio, la
duda no sojuzgada, la desconfianza no digerida es... «neurastenia».” (Ortega
y Gasset[1]).
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“La verdadera
ciencia enseña, ante todo, a dudar y a ignorar” (Miguel
de Unamuno[2]).
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“Al nacimiento y perpetuo
renacimiento de la filosofía asiste siempre inexorable sólo un hada, el hada
más fea: la duda” (Ortega y Gasset[3]).
[1]
Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 302.
[2]
Miguel de Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Madrid, Espasa Calpe,
1967, p. 75.
[3]
Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, p. 160.
domingo, 20 de noviembre de 2022
En qué se parecen un LOCO y un GENIO
¿En qué consiste la locura? ¿En qué consiste la genialidad?
¿Cuáles son las causas de la locura y de la genialidad? ¿Es cierto que hay
alguna sintonía entre ellas? Schopenhauer decía, por lo menos, que el genio
está más cerca del loco que de la gente normal. Podríamos empezar por decir que
tanto genios como locos se salen del carril de las asociaciones mentales
habituales, las que a la mayoría nos lleva a aceptar el orden que en el caos
que de partida es el universo imponen los conceptos, las generalizaciones que
nos sirven para clasificar las innumerables cosas individuales. Locos y genios
son especialmente originales a la hora de asociar unas cosas con otras.
Evidentemente, esa originalidad discurre por caminos normalmente contrapuestos,
aunque la peculiaridad de que existan genios que a la vez están locos añade
dosis de intriga respecto de cuáles son los derroteros por los que discurre la
mente humana.
viernes, 18 de noviembre de 2022
ALGO EN NOSOTROS ESTÁ PREPARADO PARA ACOGER LO MISTERIOSO
“Ni la ley moral, ni la idea de Dios, ni religión alguna le han llegado al hombre del exterior, como caídas del cielo; al contrario, el hombre, desde su origen, lleva todo esto en sí, y es por ello por lo que extrayéndolo de sí mismo, lo recrea siempre de nuevo” (Carl G. Jung[1]).
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“El hombre es, tenga de ello
ganas o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior” (Ortega y Gasset[2]).
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“Aparte de señalarnos el cielo todos esos cambios
útiles —climas, horas, días, años, milenios—, útiles pero triviales, nos
señala, por lo visto, con su nocturna presencia patética, donde tiemblan las
estrellas, no se sabe por qué estremecidas, la existencia gigante del Universo,
de sus leyes, de sus profundidades y la ausente presencia de alguien, de algún
Ser prepotente que lo ha calculado, creado, ordenado, aderezado” (Ortega
y Gasset[3]).
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Además de nuestra
parte racional, que sigue fielmente los senderos que abren los silogismos y los
pensamientos utilitarios, hay otra parte de lo que somos que está preparada
para activarse en presencia de lo misterioso. Esta parte permanece en estado de
latencia hasta que es avivada por distintas emociones: el asombro, el
sobrecogimiento, el arrobamiento, a veces el pavor o algo que invita a
postrarse. El que, sin embargo, se queda en esa otra percepción, la que,
por ejemplo, encaja en las leyes que tiene previstas la ciencia, mantiene
ignorada o desatendida esa parte de lo que somos que busca tener algo ante lo
que sentirse sobrepasado.
[1] Carl G.
Jung: “Los complejos y el inconsciente”, Madrid, Alianza, 1970, p. 307.
[2] Ortega y
Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 117.
[3] Ortega y
Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, p. 123.
miércoles, 16 de noviembre de 2022
LAS INSUFICIENCIAS DE LA VERDAD CIENTÍFICA
“La educación agnóstica del siglo pasado debilitó el afán nativo en el
hombre de buscar lo «definitivo», los puntos cardinales para la existencia, y
se habituó la mente a moverse entre penultimidades, que al ser sólo esto
carecen de necesidad y se presentan como meras cosas plausibles que se pueden
tomar o dejar o canjear entre sí. Ejemplo máximo: la ciencia física. Es ella,
sin duda, admirable; pero como no resuelve los últimos problemas ni fundamenta
el último sentido de sí misma, es perfectamente razonable que un hombre se
desentienda de ella. Lo mismo la técnica. El automóvil es un aparato magnífico
para ir de prisa de aquí a Socuéllamos. Pero, señor, ¡si yo no tengo nada que
hacer en Socuéllamos!” (Ortega y Gasset[1]).
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“La «verdad científica» es una especie exquisita de verdad; es, en un
determinado sentido, la verdad de más quilates. Esta superior calidad proviene
de que la verdad científica es exacta y es rigorosamente comprobable. A su vez,
esta exactitud y esta facultad de ser comprobada provienen de ciertos métodos y
condiciones que se emplean para descubrirla (…) (Pero) la ciencia logra
fabricar una clase ejemplar de verdades, gracias a que renuncia a resolver los
problemas fundamentales. Así la física descubrirá las leyes rigorosísimas según
las cuales acontecen las modificaciones de la materia, pero no nos dirá nunca
de dónde procede la materia. La biología llegará a averiguar con suficiente
rigor cómo funciona el ojo para ver y el estómago para digerir, pero no nos
revelará nunca qué es la vida misma del organismo y cómo se origina. Más aún:
de no intentar resolver tan graves y últimos problemas, ha venido a hacer su
virtud máxima. Los métodos que emplea son exactos, pero incapaces de responder
a las postreras preguntas” (Ortega y Gasset[2]).
lunes, 14 de noviembre de 2022
ESTAMOS EN CRISIS PORQUE NO TENEMOS MUNDO FIRME QUE PISAR
“Mundo significa un orden unitario de las cosas (…) Es el ser de todas
las cosas articulado en un ser universal. Mundo es orden, estructura, ley y
comportamiento definido de las cosas; una absoluta variación no sería mundo”
(Ortega y Gasset[1]).
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“(Hoy) nada
es permanente: la razón se identifica con la sucesión y con la alteridad. La
modernidad (…) se identifica con el cambio (…) No nos rige el principio de
identidad ni sus enormes y monótonas tautologías, sino la alteridad y la
contradicción, la crítica en sus vertiginosas manifestaciones. En el pasado, la
crítica tenía por objeto llegar a la verdad; en la edad moderna, la verdad es
crítica. El principio que funda a nuestro tiempo no es una verdad eterna, sino
la verdad del cambio” (Octavio Paz[2]).
●●●●●●●●
“Este
tipo de vida para el que vivir es insistir en lo recibido, es el
tradicionalismo. Pero he aquí que en el Renacimiento, de pronto, vira sobre sí
mismo el corazón europeo, y se invierte la actitud de los espíritus. Todas esas
tradiciones, todo eso recibido empieza a aparecer insuficiente, infundado,
torpe, absurdo. Las gentes comienzan a sentir que la vida solo tiene valor si
lucha contra todo eso, si se libera de todo eso. Llevamos sobre todo tres
siglos durante los cuales para las gentes vivir era libertarse de algo, de
alguna tradición. Por tanto, llevamos tres siglos (…) de combate contra lo
constituido como tal, contra la autoridad política, contra el dogma religioso,
contra el escolasticismo científico, contra la norma poética (…) (Se ha
impuesto un) sentido de la vida como un esfuerzo negador” (Ortega y
Gasset[3]).
[1] Ortega y
Gasset: “Unas lecciones de metafísica”, O. C. Tº 12, pp. 95-96.
[2] Octavio
Paz: “Los hijos del limo”, paz-octavio-los-hijos-del-limo.pdf
, p. 138.
[3] Ortega y
Gasset: “En un banquete en su honor en ‘Pombo’”, O. C. Tº 6, p. 228.
sábado, 12 de noviembre de 2022
PENSAR ES REFERIR LAS COSAS A SU FORMA DE SER PERFECTA
Salvador Dalí: "Mirage" (1946) |
“Pensar es, quiérase o no, exagerar. Quien prefiera no exagerar tiene
que callarse; más aún: tiene que paralizar su intelecto y ver la manera de
idiotizarse” (Ortega y Gasset[1]).
(Es así porque el concepto, la idea redondea la cosa por él
expresada refiriéndola a su modo de ser perfecto. Las cosas son aproximaciones
a su platónico (y exagerado) ser ideal, el que, para entenderla, construye el
pensamiento)
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“La misión del pensamiento es construir ejemplaridades; quiero decir,
destacar entre las figuras infinitas que la realidad presenta aquellas en que,
por su mayor pureza, esa realidad se hace más patente. Una vez entendida en su
caso ejemplar, la realidad se esclarece también en sus formas turbias, confusas
y deficientes, que son las de mayor frecuencia (…) En el orden humano al menos,
lo depravado, lo torpe y lo trivial son parásitos tenaces de la perfección. No
se le dé vueltas: el médico dañino vive gracias al egregio, y si hay tantos
malos escritores es porque ha habido algunos buenos” (Ortega y Gasset[2]).
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“Es condición de toda realidad pasar por estos dos
aspectos de sí misma: lo que es cuando es con plenitud o en perfección y lo que
es cuando es ruina. Para usar un espléndido término del deportismo actual, que
hubiera entusiasmado a Platón —¡claro, como que viene de él!—; para usar, digo,
un término deportivo, al ser con plenitud y en perfección le llamaremos «ser en
forma». Y así opondremos el «ser en forma» al «ser ruina». Pues como harían
ustedes mal en definir a un hombre según su apariencia cuando le vieron
enfermo, el Teatro y toda realidad deben ser definidos según su «ser en forma»
y no en sus modos deficientes y ruinosos. Aquél explica y aclara éstos, pero no
al revés. Quien no ha visto más que malas corridas de toros —y casi todas lo
son— no sabe lo que es una corrida de toros; quien no ha tenido la suerte de
encontrar en su vida una mujer genialmente femenina no sabe lo que es una mujer”
(Ortega y Gasset[3]).
jueves, 10 de noviembre de 2022
Nos es imprescindible la seguridad, pero TODO ES INSEGURO
¿Qué es la inseguridad? ¿Cuáles son las causas de la
inseguridad? ¿Y cuáles las consecuencias? ¿Cómo repercute la inseguridad en la
baja autoestima? La inseguridad es el estado basal de la vida humana: si lo
contrario, la sensación de estar seguro, equivale a la confianza en que las
cosas, personas o situaciones que nos identifican seguirán estando ahí mañana,
podemos concluir con contundencia que nada es seguro, que todo lo que sostiene
nuestro ser está sujeto a cambios, es, a la larga, inconsistente e
imprevisible. Y sin embargo, ¿qué es la vida sino el proceso que ponemos en
marcha para alcanzar cotas de seguridad, de identidad en las que poder
instalarnos? Más aún: ¿seguiría habiendo vida si ya nada amenazase nuestra
identidad, si consiguiéramos llegar al paraíso terrenal en el que todo fuera
seguro y ya nada nos preocupase?
martes, 8 de noviembre de 2022
NUESTROS LOGROS SON ETAPAS EN EL CAMINO HACIA LO QUE AÚN NOS FALTA
“Sólo tras de haberse señalado un fin lejano aparecen las finalidades inmediatas. Esa lejana luz es claridad que recae sobre las circunstancias inmediatas y las ordena, las hace cobrar sentido” (María Zambrano[1]).
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“Lo próximo, el objeto
que vemos en nuestra inmediatez, se nos presenta desde luego destacando sobre
un fondo de otras cosas más distantes; esto es, sobre el fondo de un horizonte” (Ortega y Gasset[2]).
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“El
auténtico ser de cada hombre no es una realidad que desde luego le constituye,
sino una especie de figura imaginaria, de proyecto irreal, de inexistente
aspiración que se ve comprometido a realizar –por tanto (…) cada uno de
nosotros es propiamente algo que aún no es, que se halla siempre en un futuro
problemático: no es un factum, sino un faciendum; no es una
cosa, sino una empresa” (Ortega y Gasset[3]).
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“El yo está volado sobre el porvenir, va delante de todo lo que ya es,
delante, pues, de nuestro presente, del cual constantemente se dispara hacia lo
que aún no es. De suerte que el modo de estar en el presente nuestro yo es un constante estar viniendo a él desde
el futuro” (Ortega y Gasset[4]).
domingo, 6 de noviembre de 2022
TODO TIENDE A LA UNIDAD… PERO NUNCA LLEGARÁ A ALCANZARLA
Llegar a formular un concepto exige abstraerse de las
realidades concretas e individuales y ponerse a caminar hacia el punto en el
que todas las cosas se fundieran virtualmente en una unidad. En el momento
inicial de ese proceso, no se ha adquirido todavía una mínima capacidad de
abstracción y uno está atrapado en la percepción de cosas concretas. Es lo que
le ocurre al niño y, por esa misma vía, al esquizofrénico, como decía el
psiquiatra Kurt Goldstein:
“Para el esquizofrénico no es posible pensar de manera general en la mesa; siempre piensa en una mesa en particular. (No puede) concebir el
concepto de ‘la mesa’ independientemente de (una) mesa real”(1). También hacía gala, de algún
modo, de esa incapacidad Fernando Pessoa, que no andaba lejos del modo de
pensar esquizofrénico cuando decía: “No hay normas. Todos los hombres son
excepciones a una regla que no existe”[2]. Desde esa posición inicial en la
que no ha comenzado todavía a ejercitarse la abstracción, se pone en marcha el
proceso que todo lo empuja mentalmente hacia la unidad; como dice Ortega: “Comprender es, por lo pronto, simplificar,
sustituir la infinidad de los fenómenos por un repertorio finito de ideas”[3]. En ese proceso inacabable que empieza en el
caos de lo innumerable y disperso, los conceptos son áreas de descanso en las
que encontramos leyes en las que alojar algunos trozos de certidumbre y
previsibilidad. Como dice María Zambrano: “Una de las funciones de los conceptos es tranquilizar al hombre que
logra poseerlos. En la incertidumbre que es la vida, los conceptos son límites
en que encerramos las cosas, zonas de seguridad en la sorpresa continua de los
acontecimientos”[4].
[1]
Citado por Louis A. Sass en “Locura y modernismo”, Madrid, Dykinson, 2014, p.
523 (nota).
[2] Pessoa,
Fernando: “Aforismos”, Buenos Aires, Emecé, 2005.
[3] José Ortega y Gasset: “El Espectador” Vol. VIII, O. C.
Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, p. 670.
[4] María
Zambrano: “Senderos”, Barcelona, Anthropos, 1986, pág. 87.
viernes, 4 de noviembre de 2022
LA VERDAD NO ESTÁ AL ALCANCE DE LOS SENTIDOS, Y SOLO PUEDE SER SUGERIDA CON METÁFORAS
“El lenguaje no cubre nunca con exactitud la idea; por tanto (...) toda
expresión es metáfora (...) Pues si lo que decimos no coincide exactamente con
lo que pensamos, ha de entenderse que meramente lo sugiere. Y ese decir que es sugerir es la metáfora” (Ortega y Gasset[1]).
●●●●●●●●
“Los grandes problemas
filosóficos requieren una táctica similar a la que los hebreos emplearon para
tomar a Jericó y sus rosas íntimas: sin ataque directo, circulando en torno
lentamente, apretando la curva cada vez más y manteniendo vivo en el aire son
de trompetas dramáticas”(Ortega y Gasset[2]).
“Por eso, todos los asuntos que toquemos, aun los que tengan un primer aspecto
más bien literario, reaparecerán una vez y otra en círculos posteriores de
radio más estrecho y exigente. Con frecuencia hallarán ustedes que lo que un
día tuvo sólo el cariz de una pura frase o de un adorno metafórico, surgirá
otro día con el más grave gesto de rigoroso problema” (Ortega y Gasset[3]).
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“Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos la diga: simplemente que
aluda a ella con un breve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal
trayectoria, deslizándonos por la cual lleguemos nosotros mismos hasta los pies
de la nueva verdad (…) Quien quiera enseñarnos una verdad, que nos sitúe de
modo que la descubramos nosotros” (Ortega y Gasset[4]).
miércoles, 2 de noviembre de 2022
Por donde más intensamente discurre la vida es a través de la CAPACIDAD DE ASOMBRO
“Hay una ecuanimidad y una tranquilidad de espíritu que solo pueden ser
logradas mediante el contacto con lo sublime. El sentimiento más hermoso que
podemos experimentar (dijo Einstein) es lo misterioso (…) La mezquina rutina de
los problemas diarios (…) tiende a embotar nuestra sensibilidad para el goce de
la grandeza y de lo maravilloso. Pero el verdadero artista, el verdadero
científico, nunca pierde esta facultad; es la esencia de su ser, buscar cosas
nuevas desconocidas” (Hans Selye, médico creador del concepto de “estrés”[1]).
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“El estremecimiento es la parte mejor de la humanidad. Por mucho que el
mundo se haga familiar a los sentidos, siempre sentirá lo enorme profundamente
conmovido” (Goethe[2]).
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“Mil cosas pasan en nuestro derredor que no acertamos a explicar: nos
envuelve lo desconocido. Podrá la agitación y el ruido de la vida cotidiana
acallar esas voces indistintas que nos llegan no se sabe de dónde, porque en
esa existencia atropellada y resonante hasta nos olvidamos de nosotros mismos y
no oímos nuestras más íntimas ideaciones; pero en cuanto nos quedamos solos se
erguirá a nuestro lado el «misterio», como un compañero sombrío, mudo, que
ignoramos de dónde viene y hace camino con nosotros. Aunque cultivemos el
escepticismo más perfecto, aunque empapemos los sentidos en todos los placeres,
aunque cerremos a fuerza de razonamiento las ventanas de nuestro interior, el
«misterio» nos acosará, nos atormentará, murmurará en derredor como un enjambre
de abejas invisibles” (Ortega y Gasset[3]).
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“Mas voy a oriente y no está allí,
a occidente, y no doy con Él.
Lo busco en el norte y no lo encuentro,
en el sur, y no alcanzo a verlo”
(Job,
cap. 23, versículos 8 y 9)