“Hay temperamentos que al contacto con
el peligro aumentan su vitalidad. Son los mejores. La existencia amenazada,
llena de inminencias, cobra nuevo sabor. Lo demasiado seguro y estable que se
alza con un gesto de invulnerable eternidad produce en nosotros una específica
angustia. Si hay la melancolía de las ruinas, existe también lo que Nietzsche
llamaba la melancolía de las construcciones eternas que se apoderaba del
provincial cuando iba a Roma y contemplaba los edificios imperiales. Un mundo
en que nada puede cambiar ni nada cabe emprender sería un sepulcro” (Ortega y Gasset[1]).
●●●●●●●●●
“Oh, cómo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, ¡el anillo del retorno! (…) ¡Pues yo te amo, oh eternidad!” (Friedrich Nietzsche (2))
●●●●●●●●●
“Quieres clavando tus momentos,
corazón,
darle a la eternidad
cimientos,
sin razón”
(Antonio Machado[3]).
●●●●●●●●●
“El hombre no tiene más remedio que aprender a (…) sentirse a la par
mudable y eterno” (Ortega y Gasset[4]).
[1]
Ortega y Gasset: “Sobre la muerte de Roma”, en “El Espectador”, Vol. 6, O. C.
Tº 2, p. 538.
[2]
Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, pp. 314 y ss.
[3] “Poesías
Completas”, Madrid, Espasa-Calpe, 1981
[4]
Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. VIII, O. C. Tº 2, pág. 728.
No hay comentarios:
Publicar un comentario