jueves, 2 de noviembre de 2023

POR QUÉ DON QUIJOTE AL VOLVERSE CUERDO SE DEPRIMIÓ

 

“La acción es un movimiento que se dirige a un fin, y vale lo que el fin valga. Mas, para el esforzado, el valor de los actos no se mide por su fin, por su utilidad, sino por su pura dificultad, por la cantidad de coraje que consuman. No le interesa al esforzado la acción: sólo le interesa la hazaña (…) Mas ¿adónde puede llevar el esfuerzo puro? A ninguna parte; mejor dicho, sólo a una: a la melancolía. Cervantes compuso en su Quijote la crítica del esfuerzo puro (…) Don Quijote fue un esforzado (…) «Podrán los encantadores quitarme la ventura; pero el esfuerzo y el ánimo será imposible» (…) Mas llega un momento en que se levantan dentro de aquel alma incandescente graves dudas sobre el sentido de sus hazañas. Y entonces comienza Cervantes a acumular palabras de tristeza. Desde el capítulo LVIII hasta el fin de la novela todo es amargura. «Derramósele la melancolía por el corazón —dice el poeta—. No comía —añade—, de puro pesaroso; iba lleno de pesadumbre y melancolía». «Déjame morir —dice a Sancho— a manos de mis pensamientos, a fuerza de mis desgracias». Por vez primera toma a una venta como venta. Y, sobre todo, oíd esta angustiosa confesión del esforzado: La verdad es que «yo no sé lo que conquisto a fuerza de mis trabajos», no sé lo que logro con mi esfuerzo” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Meditación del Escorial”, en “El Espectador”, Vol. VI, O. C. Tº 2, Madrid, Alianza, 1983, pp. 558 a 560.

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