La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
lunes, 31 de octubre de 2022
Por qué hemos de estar AGRADECIDOS A NUESTROS MIEDOS
sábado, 29 de octubre de 2022
LA NECESARIA SÍNTESIS ENTRE EL MUNDO INTERIOR Y EL EXTERIOR
La atención a la vida interior, el descubrimiento de una
realidad personal e independiente de la realidad colectiva, es la gran
aportación del cristianismo. Tanto la virtud como el pecado dejaban de ser
referidos al mundo exterior y pasaban a residir dentro de uno mismo. Y así, Jesús
afirmaba del pecado, por ejemplo: “Habéis oído que se dijo: No cometerás
adulterio. Pero yo os digo que todo el
que mira con malos deseos a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en su
corazón”[1].
También la virtud acontecía de puertas adentro: “No hagáis el bien para que os
vean los hombres (…) Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo
que hace la derecha. Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en
lo secreto, te premiará”[2].
Pero ese descubrimiento de la vida interior discurrió hacia
un punto de exacerbación que condujo al desentendimiento de la vida mundana. Y
así, mientras el emperador Marco Aurelio (121-180), ateniéndose a los dictados
del estoicismo, recomendaba “no referir la acción a ninguna otra cosa
excepto al fin común”[3],
San Pablo decía: “Nos hemos emancipado de la ley, somos como muertos respecto a la ley
que nos tenía prisioneros, y podemos ya servir a Dios según la nueva vida del
Espíritu y no según la vieja letra de la ley”[4].
Casi era de esperar que Marco Aurelio persiguiera a los cristianos, porque se
habían convertido en un peligro para la supervivencia del Imperio. Correlativamente,
en el cristianismo se sentaron la bases del utopismo: además de aquello de que “Mi
reino no es de este mundo”[5],
Jesús dijo también: “Os aseguro que si tuvierais una fe del tamaño de un grano de mostaza,
diríais a este monte: ‘Trasládate allá’ y se trasladaría; nada os sería
imposible”[6].
Y también: “Todo lo que pidáis con fe en la oración lo obtendréis”[7].
Y culminó ese peligroso utopismo cuando afirmó: “No os inquietéis diciendo:
‘¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos?’ Esas son las cosas
por las que se preocupan los paganos (…) Buscad ante todo el reino de Dios y lo
que es propio de él, y Dios os dará lo demás”[8]; y es que, finalmente, “el espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada”[9].
Occidente tuvo que hacer una síntesis entre el mundo
interior resaltado por los cristianos y el mundo exterior atendido por los
romanos, especialmente de la mano de los estoicos.
[1] Mateo,
cap. 5, vers. 27 y 28.
[2] Mateo,
Cap. 6, vers. 1, 3 y 4.
[3] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº XII, & 20,
pág. 153.
[4] San
Pablo: Carta a los Romanos, cap. 7, vers. 6.
[5] Juan,
cap. 18, vers. 36.
[6] Mateo,
cap. 17, vers. 20.
[7] Mateo,
cap. 21, vers. 22.
[8] Mateo,
Cap. 6, vers. 31, 32 y 33.
[9] Juan,
cap. 6, vers. 63.
jueves, 27 de octubre de 2022
EL CRISTIANISMO FUE EL DESCUBRIDOR DE LA VIDA INTERIOR
“Desde el cristianismo, el hombre, por ateo que sea, sabe, ve, no ya
que la vida humana debe ser entrega de sí misma, vida como misión premeditada y
destino interior –todo lo contrario que aguante de un externo destino–, sino
que lo es, queramos o no” (Ortega y Gasset[1]).
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“El Cristianismo (…) es religión de la persona que existe en soledad” (María Zambrano[2]).
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“El Dios cristiano es trascendente, es deus exsuperantissimus. El
cristianismo propone al hombre que entre en trato con ser tal. ¿Cómo es posible
este trato? No sólo es imposible por medio o al través del mundo y las cosas
intramundanas, sino que, al revés, todo lo de este mundo es, por lo pronto,
estorbo e interposición para el trato con Dios (…) Para acercarse el alma a
Dios (…) para salvarse va a hacer lo mismo que el escéptico con su duda
metódica. Niega la realidad del mundo, de los demás seres, del Estado, de la
sociedad, de su propio cuerpo. Y cuando ha suprimido todo esto es cuando
empieza a sentirse verdaderamente vivir y ser. ¿Por qué? Precisamente porque el
alma se ha quedado sola, sola con Dios. El cristianismo es el descubridor de la
soledad como sustancia del alma” (Ortega y Gasset[3]).
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“No os acomodéis a los
criterios de este mundo; al contrario, transformaos, renovad vuestro interior
para que podáis descubrir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que
le agrada, lo perfecto” (San Pablo[4]).
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“Tú, cuando ores, entra
en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto” (Evangelio
de San Mateo[5]).
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PERO SI LA
VIDA INTERIOR SE VUELVE EXCLUYENTE, LLEVA A LA RETIRADA Y DESDÉN DEL MUNDO
“Antes de que naciese el cristianismo y, sobre todo, antes de que lo
hiciesen los cristianos, muchos hombres se retiraron del mundo a los desiertos,
a la soledad” (Ortega y Gasset[6]).
[1] Ortega
y Gasset: “En torno a Galileo”. Obras Completas, Tomo 5, Alianza, Madrid, 1983,
pp. 154-155.
[2] María
Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 130
[3]
Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, p. 385.
[4] San
Pablo: Carta a los Romanos, cap. 12, vers. 2
[5] Evangelio
de San Mateo, cap. 6, vers. 6.
[6] Ortega
y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº V, Madrid, Alianza, 1983, p. 107.
martes, 25 de octubre de 2022
MOMENTOS DIFÍCILES DE LA VIDA
“Aproximadamente
la tercera parte (de mis pacientes) no padece ningún tipo de neurosis
determinable clínicamente, sino de falta de sentido y objeto de su vida. No
tengo nada en contra de que se designe a esto como la neurosis general de
nuestro tiempo. Las dos terceras partes de mis pacientes se encuentran en la
segunda mitad de la vida. Este peculiar material opone una resistencia especial
a los métodos racionales de tratamiento, seguramente porque en su mayoría son
individuos adaptados socialmente, capaces de grandes cosas, a los que la
normalización no les dice nada (…) En la mayor parte de mis casos, los recursos
de la consciencia están agotados (en inglés se suele decir «I am stuck», «Me he
quedado atascado») (…) No sé cómo responder a la pregunta del paciente «¿Qué me
aconseja usted?» (…) Sólo sé una cosa, que, si mi consciencia ya no ve ante sí
ningún camino transitable y se atasca, mi alma inconsciente reaccionará a esta
detención insoportable” (Carl G. Jung(1)).
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“A poco que vivimos
hemos palpado ya los confines de nuestra prisión. Treinta años cuando más
tardamos en reconocer los límites dentro de los cuales van a moverse nuestras
posibilidades. Tomamos posesión de lo real, que es como haber medido los metros
de una cadena prendida de nuestros pies. Entonces decimos: «¿Esto es la vida?
¿Nada más que esto? ¿Un ciclo concluso que se repite, siempre idéntico?» He
aquí una hora peligrosa para todo hombre” (Ortega y
Gasset[2]).
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“Imagínese un momento de transición durante el
cual las grandes metas que ayer daban una clara arquitectura a nuestro paisaje
han perdido su brillo, su poder atractivo, su autoridad sobre nosotros, sin que
todavía hayan alcanzado completa evidencia y vigor suficiente las que van a
sustituirlas. En tal sazón parece el paisaje desarticularse, vacilar,
estremecerse en torno al sujeto; los pasos de éste serán también vacilantes,
puesto que oscilan y se borran los puntos cardinales y las rutas mismas se
esquivan ondulantes, como huyendo de la planta” (Ortega y Gasset[3]).
[1] Carl G. Jung: “Problemas generales de la psicoterapia”, en
“La práctica de la psicoterapia”, O. C. Vol. 16, p. 46.
[2]
Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 379.
[3]
Ortega y Gasset: “El tema de nuestro tiempo”, O. C. Tº 3, p. 192.
domingo, 23 de octubre de 2022
PARA COMPRENDER MEJOR EL ESTRÉS Y LAS ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS
Hans Selye fue el “inventor” del concepto de “estrés”. Este
–decía– se produce como resultado de la pérdida del equilibrio homeostático del
organismo. Esta pérdida se debería a la acción de lo que llamó un “alarmógeno”
(bacterias, virus, frío o calor excesivos…), un agente que el organismo detecta
como peligroso y frente al cual emite sus defensas generando corticoides. El
caso es que muchas veces esa respuesta defensiva se produce ante agentes,
“alarmógenos”, inocuos, y entonces se convierte, precisamente esa defensa (ese
exceso de corticoides), en la enfermedad. Por ejemplo, una reacción
hiperdefensiva ante el polen, que es un agente inocuo, provoca la alergia. Esto
se produce a nivel orgánico. A nivel psíquico, todos partimos de una sobredosis
de angustia que nos acompaña desde que nacemos, debido a nuestra debilidad y
vulnerabilidad constitutivas, y que asimismo nos hace estar, en principio, en
un excesivo estado de alerta y a la defensiva. Por ejemplo, ocurre esto en una
fobia, que no es sino una defensa exagerada frente a estímulos que no merecen
esa alarma. El exceso de defensa, también aquí, se convierte en la enfermedad.
Pues bien, en esa respuesta hiperdefensiva estaría el origen
de las enfermedades psicosomáticas y de los trastornos psíquicos en general (no
entraremos en detalles). En la base del mandato de estar en estado de alarma
excesiva y de estrés inmotivado que registran tanto nuestra psique como nuestro
organismo corporal está la angustia, que de forma manifiesta o latente nos
acompaña desde que nacimos. ¿Cuál es el modo constructivo de redireccionar esa
angustia que nos constituye? A través de un proyecto de vida que nos ponga en
la dirección de compensar nuestra inferioridad, nuestra vulnerabilidad, nuestra
insignificancia de partida, eso que es precisamente lo que originalmente
desencadenó nuestra angustia.
La ENFERMEDAD PSICOSOMÁTICA: aspectos psicológicos y filosóficos (Reflexiones orteguianas)
lunes, 17 de octubre de 2022
POR QUÉ NO SABEMOS LO QUE NOS PASA
Los hombres primitivos se aferraban tanto a su pasado que
periódicamente hacían ceremonias para restaurar simbólicamente el “tiempo
original”, que merecía subsistir “por los siglos de los siglos”. El
historiador de las religiones y antropólogo Mircea Eliade decía: “Lo
que hace el hombre arcaico ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida
de gestos inaugurados por otros”[1].
Las verdades a las que se aferraba ese hombre primitivo eran eternas e
inamovibles. No había nada que añadir a lo que en ellas se establecía, por lo
que el progreso era imposible. A partir del Renacimiento, pero sobre todo desde
el siglo XVII, los hombres se fueron desprendiendo de ese lastre inmovilizador.
El mismo Eliade dice: “La
diferencia capital entre el hombre de las civilizaciones arcaicas y el hombre
moderno, ‘histórico’, está en el valor creciente que este concede a los
acontecimientos históricos, es decir, a esas ‘novedades’ que, para el
hombre tradicional constituían hallazgos carentes de significación, o
infracciones a las normas (por consiguiente, ‘faltas’, ‘pecados’, etc.), y que
por esa razón necesitaban ser ‘expulsados’ (abolidos) periódicamente”[2].
Pero el caso es que el péndulo de la cultura se fue yendo para el otro extremo:
van dejando de estar vigentes cada vez más los valores que nos ligan al pasado:
la fidelidad, el compromiso, el sentimiento de pertenencia… Incluso nuestro
pasado en sentido biológico: el sexo ya no es parte de la propia identidad; el
ciborg, el hombre-máquina, se propone como referencia de lo que vamos a pasar a
ser. Las fuentes de identidad han ido desapareciendo. Ya no sabemos quiénes
somos. O como dice Ortega y Gasset: “No
sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo
que nos pasa: el hombre de hoy empieza a estar desorientado con respecto a sí
mismo, dépaysé, está fuera de su país, arrojado a una circunstancia nueva que
es como una tierra incógnita. Tal es siempre la sensación vital que se apodera del hombre en
las crisis históricas”[3].
sábado, 15 de octubre de 2022
SOMOS LO QUE SOMOS PORQUE HEMOS SIDO LO QUE HEMOS SIDO… a pesar de que el hombre moderno y posmoderno quieren olvidarlo
Salvador Dalí-"La persistencia de la memoria" |
“Ni lo moderno es la continuidad del pasado en el
presente ni el hoy es el hijo del ayer: son su ruptura, su negación (…) (A los
modernos) no nos rige el principio de identidad (…) sino la alteridad y la
contradicción” (Octavio Paz[1]).
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“La ‘edad del progreso’ ha destruido la cultura
espiritual con su crítica nihilista (…) La esencia de la cultura es la
continuidad y conservación del pasado; anhelar la novedad sólo produce
anticultura y acaba en barbarismo” (Carl
Gustav Jung[2]).
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“El hombre moderno vive asomado al mañana para ver
llegar la novedad” (Ortega y Gasset[3]).
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“El hombre actual no se hace
eficazmente cargo de que casi todo lo que hoy poseemos para afrontar con alguna
holgura la existencia lo debemos al pasado y que, por tanto, necesitamos andar
con mucha atención, delicadeza y perspicacia en nuestro trato con él —sobre
todo, que es preciso tenerlo muy en cuenta porque, en rigor, está presente en
lo que nos legó. Olvidar el pasado, volverle la espalda, produce el efecto a
que hoy asistimos: la rebarbarización del hombre” (Ortega y Gasset[4]).
[2] Carl
Gustav Jung: “Civilización en transición”, Obra Completa, vol. 10, Madrid,
Trotta, 2001, p. XXXV.
[3]
Ortega y Gasset: “Descreimiento, asfixia y rebelión”, Obras Completas, Tomo 5,
p. 505.
[4]
Ortega y Gasset: “Ideas y creencias”-O. C. Tº 5, p. 398.
jueves, 13 de octubre de 2022
LA NECESIDAD DE TENER UN LUGAR AL QUE REGRESAR
“La vida es por lo pronto un caos donde uno está perdido” (Ortega[1]).
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“Un ansia infinita de permanencia trasciende de lo más
adentrado de nosotros” (Ortega y Gasset[2]).
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“Que nos (hayamos) creado algo
estable (…) eso es (…) el verdadero sentido del mundo” (Ortega y Gasset[3]).
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“Por lo
que me escribes y por lo que siento, concibo buenas esperanzas, ya que no andas
vagando y no te afanas en cambiar de lugar. Estas mutaciones son de alma
enferma; yo creo que una de las primeras manifestaciones con que un alma bien
ordenada revela serlo es su capacidad de poder fijarse en un lugar y de morar
consigo misma (…) Quien está en todo lugar no está en
parte alguna” (Séneca[4]).
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“La vida, señores, es
constitutivamente inseguridad (…) Estamos inseguros incluso de si mañana cada
uno de nosotros va a existir; pero mucho más inseguros de lo que va a pasar con
los contenidos particulares de nuestra vida: salud, fortuna, acierto, amor, dolor,
placer... Por lo mismo necesita el hombre asegurar alguna dimensión en su vida,
saber siquiera en ella a qué atenerse, para desde ella afrontar con brío el
problemático resto” (Ortega y Gasset(5)).
[1] Ortega y
Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 254.
[2] Ortega y
Gasset; “Moralejas”, O. C. Tº 1, p. 54.
[3] Ortega y
Gasset: “Una interpretación de la Historia Universal”, O. C. Tº 9, p. 229.
[4] Séneca:
“Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, pp. 16 a
18.
[5] Ortega y
Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, p. 220.
domingo, 9 de octubre de 2022
LOS INCONVENIENTES DE LA FELICIDAD (¿SERÁN NECESARIAS LAS CATÁSTROFES?)
“Si en algún momento he sido feliz por un medio distinto de la
literatura y lo que estaba relacionado con ella… precisamente entonces era
incapaz de escribir” (Franz Kafka[1]).
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“Mis problemas son parte de mí y por lo tanto de mi arte. Ellos son
indistinguibles de mí, y su tratamiento destruiría mi arte. Quiero mantener
esos sufrimientos”. (Edvard Munch[2]).
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“Donde no hay problema no hay angustia, pero donde no hay angustia no
hay vida humana” (Ortega y Gasset[3]).
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“Las catástrofes pertenecen a la normalidad de la
historia, son una pieza necesaria en el funcionamiento del destino humano. Una
humanidad sin catástrofes caería en la indolencia, perdería todo su poder
creador” (Ortega y Gasset[4]).
[1] Citado
en Philippe Brenot: “El genio y la locura”, Madrid, Biblioteca de Bolsillo,
2000, pág. 108.
[2] Citado en Marcelo Miranda y otros: “Edvard Munch: enfermedad y genialidad en el gran artista noruego”- https://scielo.conicyt.cl/pdf/rmc/v141n6/art12.pdf
[3]
Ortega y Gasset: “En el centenario de Hegel”, O. C. Tº 5, p. 422.
[4]
Ortega y Gasset: “Meditación de Europa”, O. C. Tº 9, p. 252.
viernes, 7 de octubre de 2022
EN DEFENSA (RELATIVA) DEL ESTRÉS (Y DEL VIKTOR FRANKL DE LA ANTERIOR PUBLICACIÓN)
Lo que hace el estrés es provocar reacciones psíquicas y
fisiológicas que o bien te llegan a poner por encima de la situación… o te
acabas hundiendo si no consigues hacerlo. Ejemplo: en el campo de batalla, si
no te paraliza el miedo, la adrenalina interrumpe la función no solo del miedo,
sino también del dolor. Se ha dado el caso de soldados heridos de bala que no
se han dado cuenta de que lo estaban hasta después de la batalla, cuando la
vuelta a la normalidad (llamémosla así) les relaja; dejan de segregar
adrenalina y aparece el dolor.
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“El mismo stress que provoca en una persona un estado de enfermedad
puede ser un factor vigorizante para otra” (Hans Selye, médico y
fisiólogo creador del concepto “estrés”[1]).
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“Durante muchos siglos existió la creencia de que la enfermedad era
causada por espíritus malignos o demonios. En consecuencia (…) era tratada con
encantamientos y bailes o con drogas fuertes, cataplasmas y vendajes dolorosos,
los cuales eran aplicados por hechiceros o sacerdotes, que inspiraban terror a
los asustados pacientes, con el fin de expulsar a los demonios. La sangría fue
en otro tiempo un remedio muy apreciado para un buen número de enfermedades
(Las azotainas proporcionadas a los insanos constituyeron durante la antigüedad
y la Edad Media un procedimiento común para expulsar al demonio o al mal de la
gente que sufría variados trastornos mentales. Paracelso (…) durante el siglo
XVI, en su tratado sobre “Las enfermedades que privan al hombre de la razón,
establecía que la mejor cura, que raramente fallaba, consistía en sumergir a
tales personas en agua fría (…) Parecía como si el paciente fuera, de algún
modo, “sustraído a su enfermedad”, tanto como a un niño puede interrumpírsele
su pataleta, si se le arroja el agua de un vaso en la cara (…) Estos tratamientos
(…) fueron exitosos a menudo en estados que de otra manera no habrían podido
ser tratados (…) Todos causan stress” (Hans Selye[2]).
miércoles, 5 de octubre de 2022
YA QUE NO A LA FELICIDAD, ¿A QUÉ PODEMOS ASPIRAR?
“Kant dijo con razón que si no podemos apuntar a nuestra propia
felicidad, podemos a lo sumo hacernos ‘dignos de ser felices’ si buscamos
justamente la felicidad del otro” (Jean Grondin[1]).
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“El hecho de que en los conflictos y sueños haya una carga y una
tensión, es decir, un ‘stress’ en el sentido de Selye, es solo un motivo más
para precaverse, ahora y siempre, del difundido error en virtud del cual se
actúa como si solamente la carga fuera patógena y no lo fuera también –y más
aún– la descarga, o lo que es lo mismo, que la carga, en cuanto un estar
cargado y en tensión frente a una tarea es ‘antipatógena’. Apenas ha habido un
lugar en el mundo donde haya habido más ‘stress’ que en Auschwitz, y justo aquí
desaparecieron prácticamente las enfermedades psicosomáticas que tan a menudo
se consideran como condicionadas por el ‘stress’ ” (Viktor E. Frankl[2]).
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“Simmel —siguiendo a Nietzsche— ha dicho que la esencia de la vida
consiste precisamente en anhelar más vida. Vivir es más vivir, afán de aumentar
los propios latidos. Cuando no es así, la vida está enferma y, en su medida, no
es vida. La aptitud para interesarse en una cosa por lo que ella sea en sí
misma y no en vista del provecho que nos rinda es el magnífico don de
generosidad que florece sólo en las cimas de mayor altitud vital” (Ortega
y Gasset[3]).
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“Toda vida aspira a la supervivencia, ciertamente a mantenerse en vida,
pero también aspira a una sobre-vida, a un ser-mejor, a un ‘ser-más’ en el que
la vida tenga ‘más’ sentido” (Jean Grondin[4]).
[1] Jean
Grondin: “Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico”, Barcelona, Herder, 2011,
pp. 100-101)
[2] Viktor
E. Frankl: “Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la
psicoterapia”, Barcelona, Herder, 1980, pp. 48-49.
[3]
Ortega y Gasset: “Para una psicología del hombre interesante”, O. C. Tº 4, Madrid, Alianza, 1983, p.
477.
[4] Jean
Grondin: “Del sentido de la vida. Un ensayo filosófico”, Barcelona, Herder, 2011,
p. 77)