“Nuestra era ha procedido por revoluciones; es decir, que en lugar de
adaptar el régimen a la realidad social, se ha propuesto adaptar ésta a un
ideal esquema (…) En nuestro tiempo, el ciudadano que sufre un pisotón siente
profunda ira, no contra el pie que le ha pisado, sino contra la arquitectura
total de un universo donde los pisotones son posibles. Por esta razón digo que
el hombre medieval se irrita contra los abusos (de un régimen), y el moderno,
contra los usos (es decir, contra el régimen mismo). Quiere el temperamento
racionalista que el cuerpo social se amolde, cueste lo que cueste, a la
cuadrícula de conceptos que su razón pura ha forjado (…) Al alma revolucionaria
no ha sucedido nunca en la historia un alma reaccionaria, sino, más
sencillamente, un alma desilusionada. Es la inevitable consecuencia psicológica
que dejan los espléndidos siglos idealistas, racionalistas; centurias de
dilapidación orgánica, borrachas de confianza, de seguridad en sí mismas,
grandes bebedoras de utopía e ilusión” (Ortega y
Gasset[1])
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
domingo, 29 de junio de 2025
NUESTRA ERA: PRIMERO REVOLUCIONARIA, DESPUÉS, DESILUSIONADA
martes, 24 de junio de 2025
LOS CONCEPTOS SON NUESTRO ANSIOLÍTICO NATURAL
«La vida como enfronte con la circunstancia es «inquietud», «oscuridad»,
«tiniebla», «problematismo», «preocupación», «inseguridad». Por lo mismo, la
vida necesita «claridad», «seguridad», «poseerse a sí misma». «Pues bien, esta
claridad, esta plenitud de posesión, nos es dada por el concepto. Toda labor de
cultura es una interpretación —esclarecimiento, explicación o exégesis— de la
vida (…) No puede nunca la obra de cultura conservar el carácter problemático
anejo a todo lo simplemente vital. Para dominar el indócil torrente de la vida,
medita el sabio, tiembla el poeta y levanta la barbacana de su voluntad el
héroe político... El hombre tiene una misión de claridad sobre la tierra. Esta
misión no le ha sido revelada por un Dios ni le es impuesta desde fuera por
nadie ni por nada. La lleva dentro de sí, es la raíz misma de su constitución» (…)
«Cultura no es la vida toda, sino solo el momento de seguridad, de firmeza, de
claridad..., no para sustituir la espontaneidad vital, sino para asegurarla» (Ortega y Gasset[1]).
[1]
Ortega y Gasset: “Prólogo para alemanes”, Madrid, Revista de Occidente, O. C.
Tº 6, p. 45 y “Meditaciones del Quijote”, O. C. Tº 1, p. 357.
viernes, 20 de junio de 2025
EL HOMBRE, ENTRE LA LOCURA Y LA CREATIVIDAD
¿Es la realidad nuestra enemiga? ¿Por qué el ser humano
parece condenado a no encajar nunca del todo en el mundo? Este vídeo explora,
de la mano, entre otros, de Ortega y Gasset, la escritora, profesora y víctima
de un trastorno bipolar Kay Redfield Jamison y el pensamiento cristiano, la
tesis de que somos una especie radicalmente inadaptada, cuya creatividad nace
precisamente de esa tensión permanente entre dos polos de locura: la
esquizofrenia y la manía. Analizamos cómo esta inadaptación se canaliza en la
cultura y la espiritualidad, y cómo puede convertirse en motor de
transformación personal y colectiva y en fuente de creatividad.
lunes, 16 de junio de 2025
POR QUÉ LA VERDAD ES NECESARIA
“No ignoro que hay gentes las cuales creen haber llegado a la
averiguación de que la verdad no existe (…) Nietzsche pensaba de este modo: «la
vida quiere ficción, vive de la ficción». Y con esta opinión no puedo hacer
otra cosa que respetarla tanto como no compartirla. Creo que precisamente ahora
llegamos a ver claro, por vez primera, hasta qué punto la verdad es una necesidad
constitutiva del hombre (…) Había parecido siempre pura frase la socrática
expresión de «que una vida sin afán de verdad no es vividera para el hombre».
Pero ahora entendemos hasta qué punto es literalmente así. La vida sin verdad
no es vivible. De tal modo, pues, la verdad existe, que es algo recíproco con
el hombre. Sin hombre no hay verdad, pero, viceversa, sin verdad no hay hombre.
Este puede definirse como el ser que necesita absolutamente la verdad y, al
revés, la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre, su única
necesidad incondicional. Todas las demás, incluso comer, son necesarias bajo la
condición de que haya verdad, esto es, de que tenga sentido vivir” (Ortega y Gasset[1]).
viernes, 13 de junio de 2025
ESTAMOS OBLIGADOS A SER AUTÉNTICOS
“La necesidad cósmica consiste en que el astro no puede eludir su
trayectoria. Pero, en cambio, ésta le es regalada, no tiene que hacérsela él.
Su conducta –su ser– le llega ya decidida y, por muy grande que sea y muy
ardiente, va el astro, como un niño dormido, en la cuna de diamante de su
órbita. El pobre ser humano, por el contrario, se encuentra colocado en una
posición dificilísima. Porque es como si se le dijera: “Si quieres realmente
ser, tienes necesariamente que adoptar una muy determinada forma de vida.
Ahora: tú puedes, si quieres, no adoptarla y decidir ser otra cosa que lo que
tienes que ser. Mas entonces, sábelo, te quedas sin ser nada, porque no puedes
ser verdaderamente sino el que tienes que ser, tu auténtico ser”. La necesidad
humana es el terrible imperativo de autenticidad. Quien libérrimamente no lo
cumple, falsifica su vida, la desvive, se suicida. Resulta, pues, que se nos
invita a lo que se nos obliga” (Ortega y Gasset[1])
jueves, 5 de junio de 2025
VIVIR ES IR EN POS DE UNOS IDEALES
“Vida es lucha con las cosas para sostenerse entre ellas” (Ortega y Gasset(1)).
Para tratar de comprender el problema que son las cosas disponemos de la razón
y de los instrumentos a través de los cuales se desenvuelve: los conceptos. Los
conceptos se construyen no ateniéndose estrictamente a lo que son las cosas
concretas, sino haciendo referencia a modos de ser ideales hacia los que
apuntan esas cosas concretas. Una silla es algo que aproximadamente se
corresponde con la idea de silla que tenemos guardada en nuestra mente; una
acción justa es algo que busca acercarse al ideal de justicia. La realidad en
su conjunto, tomada desde la perspectiva de los conceptos o ideales hacia los que
es referida, es algo así como un estado provisional, un momento de descanso en
el tránsito hacia ese ideal. Es lo que venía a decir Ortega cuando afirmaba que “la forma es un movimiento
detenido”(2).
Es decir, que lo que la cosa ha llegado a ser es una interrupción en su camino
hacia fundirse con su ideal. También discurría por los mismos derroteros E. M. Cioran: “El universo es una pausa del espíritu”(3).
Incluso Unamuno gravitaba
alrededor de esta misma idea cuando decía: “El espíritu dice: ¡quiero ser! Y la materia
le responde: ¡no lo quiero!”(4).
[1]
Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C., Tº 4, p. 236.
[2]
Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. VII, O. C., Tº 2, p. 590.
[3]
E. M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p. 293.
[4]
Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, p.
161.
domingo, 1 de junio de 2025
EL CAMINO DE LA VIDA EMPIEZA POR SABER QUE SE ESTÁ PERDIDO
“La vida es por lo pronto un caos
donde uno está perdido. El hombre lo sospecha; pero le aterra encontrarse cara
a cara con esa terrible realidad, y procura ocultarla con un telón
fantasmagórico donde todo está muy claro. Le trae sin cuidado que sus «ideas»
no sean verdaderas; las emplea como trincheras para defenderse de su vida, como
aspavientos para ahuyentar la realidad. El hombre de cabeza clara es el que se
liberta de esas «ideas» fantasmagóricas y mira de frente la vida, y se hace
cargo de que todo en ella es problemático, y se siente perdido. Como esto es la
pura verdad —a saber, que vivir es sentirse perdido—, el que lo acepta ya ha
empezado a encontrarse, ya ha comenzado a descubrir su auténtica realidad, ya
está en lo firme. Instintivamente, lo mismo que el náufrago, buscará algo a que
agarrarse, y esa mirada trágica, perentoria, absolutamente veraz porque se
trata de salvarse, le hará ordenar el caos de su vida. Estas son las únicas
ideas verdaderas: las ideas de los náufragos. Lo demás es retórica, postura,
íntima farsa. El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente;
es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad” (Ortega
y Gasset[1])