Consciente de mis límites, creí de nuevo haber llegado a las
raíces del tiempo. Suficientemente tonificado por la inmersión en mis rutinas,
me disponía ya a olvidar todo lo que alguna vez eché de menos. Mis pensamientos
yacían ordenados después de despojarlos de todos sus aditamentos de irrealidad.
Me habría quedado allí si no hubiera sido por aquel
desagradable acceso de aburrimiento y tristeza que me sobrevino.
Así que aquella misma mañana salí de nuevo de aventura, en
busca de otros paisajes interiores. Dejé en suspenso todo menos el tiempo, que
una vez más volvió a fluir por los cauces desecados de mi imaginación. Y
esparcí las semillas de mi entusiasmo por los campos abonados de todo lo que me
quedaba por descubrir.
Habría seguido así si no hubiera sido porque una intensa
desazón me hizo darme cuenta de que me había alejado de todos los lugares a los
que merecía la pena regresar.
Así que...
Consciente de mis límites, creí de nuevo haber llegado a las
raíces del tiempo...
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