viernes, 3 de mayo de 2024

EL SENTIMIENTO DE VACÍO: apuntes para su historia

La vida es absurda, como ya constataron los existencialistas. Pero el hombre no está hecho para vivir una vida absurda; todo lo contrario: sólo es capaz de hacerlo en una vida que tenga sentido. Así que a lo largo de toda su historia se ha dedicado a procurarse recursos con los que oponerse al absurdo y al caos. Primero fue el pensamiento mítico, que, a través de ceremonias de reparación, le permitía volver a la pureza del tiempo original. Con los antiguos griegos apareció un nuevo instrumento: la razón, y para cuando ésta fallara, ya los judíos habían echado mano de un recurso suplementario: la fe. Pero hasta los tiempos del Renacimiento, aquella razón era abstracta y esta fe remitía a una vida ultramundana, así que tales recursos se mostraron insuficientes para encontrar un sentido a la vida concreta de cada cual y que se refiriera a esta vida que vivimos. A las alturas del posmodernismo nihilista no han sobrevivido ni la razón, la razón pura, ni la fe. Pero esos recursos habrán de encontrar la manera de traducirse en una razón vital y en una fe que empuje a la tarea de construir un sentido para esta vida y para este mundo.

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