La vida es absurda, como ya constataron los
existencialistas. Pero el hombre no está hecho para vivir una vida absurda;
todo lo contrario: sólo es capaz de hacerlo en una vida que tenga sentido. Así
que a lo largo de toda su historia se ha dedicado a procurarse recursos con los
que oponerse al absurdo y al caos. Primero fue el pensamiento mítico, que, a
través de ceremonias de reparación, le permitía volver a la pureza del tiempo
original. Con los antiguos griegos apareció un nuevo instrumento: la razón, y
para cuando ésta fallara, ya los judíos habían echado mano de un recurso
suplementario: la fe. Pero hasta los tiempos del Renacimiento, aquella razón
era abstracta y esta fe remitía a una vida ultramundana, así que tales recursos
se mostraron insuficientes para encontrar un sentido a la vida concreta de cada
cual y que se refiriera a esta vida que vivimos. A las alturas del
posmodernismo nihilista no han sobrevivido ni la razón, la razón pura, ni la
fe. Pero esos recursos habrán de encontrar la manera de traducirse en una razón
vital y en una fe que empuje a la tarea de construir un sentido para esta vida
y para este mundo.
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
viernes, 3 de mayo de 2024
EL SENTIMIENTO DE VACÍO: apuntes para su historia
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