Apasionante este tema de las diferencias entre hombre y
mujer… pero tan vidrioso y difícil de tratar, sobre todo en estos tiempos, que
hace pensar si no sería mejor eludirlo en aras a la paz social. Difícil afirmar
que no todas las diferencias entre el hombre y la mujer son culturales, y
difícil encontrar palabras que no resulten ofensivas para explicar esas
diferencias. Yo lo que me atrevo a decir llega hasta el punto de afirmar que el
hombre representa el principio de aventura y
la mujer el principio
de realidad. Dicho de otra forma: el hombre es una fuerza centrífuga
y la mujer, centrípeta. Y escogeré el ejemplo de una peli de otros tiempos: “Solo ante el peligro”. El bueno, Gary
Cooper, era sheriff de un pueblo al
que se dirigían tres malos con intención de hacer de las suyas y de matarlo. Él
asume el papel de héroe y decide esperarlos y enfrentarse a ellos, a pesar de
que nadie lo iba a ayudar. La chica, Grace Kelly, en representación del
principio de realidad le pide, le ruega que no haga locuras, que es seguro que
le van a matar si se enfrenta a ellos; no le mola nada que se ponga en plan
héroe, no es eso, precisamente, lo que le atrae de Gary Cooper, le prefiere
vivo y en casa, ayudando a los (futuros) niños a hacer la tarea por la tarde.
En conclusión, para no enrollarme más: hombre y mujer somos dos fuerzas
contrapuestas (no diré polo positivo y negativo para no liarla), que si imponen
su respectivo punto de vista en la pareja habrá de ser a costa de anular al
otro o de dinamitar la buena relación.
Podemos traducir el dilema a estos otros términos que
propone Ortega: “Toda especie viviente puede y debe ser estudiada desde dos caras
opuestas: como lujoso fenómeno de inadaptación y capricho y como ingenioso
mecanismo de adaptación”[1].Eso explicaría que, en el extremo,
los hombres, más inadaptados, estén más afectados por la esquizofrenia o la
esquizoidia que las mujeres, y las mujeres, más realistas, más afectadas que
los hombres por la depresión.