domingo, 23 de diciembre de 2018

A propósito de la decapitación por el EI de dos jóvenes nórdicas

     En España, y sirve esto como expresión del índice de criminalidad en general, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes al año es de 0,7, una de las más bajas del mundo y de la historia universal. La de Europa occidental en conjunto es de 1,1. La de África, por el contrario, es de 17,3; Centroamérica, 41; Sudamérica, 20.  
     Por otro lado, en los países musulmanes, la opinión favorable al Estado Islámico queda reflejada en la siguiente tabla (algo a considerar es que las cifras se vuelven especialmente alarmantes si a los favorables sumamos los indiferentes).

     En España sería inconcebible que, como acaba de ocurrir en Marruecos, dos jóvenes turistas de 24 y 28 años, una danesa y otra noruega fueran brutalmente decapitadas por una banda de miembros del Estado islámico por el simple crimen de ser occidentales y tener afición al senderismo y a la escalada. Por supuesto que la mayoría de los seres humanos aborrecen estos actos. Pero que exista un porcentaje de homínidos favorables/indiferentes a ellos es como para pedir la baja de la humanidad, si se insiste en incluir en ella a estos seres.
     Y bien, creo que es una simpleza repudiar como racista, xenófobo o demagogo el siguiente argumento: cuando vienen emigrantes a Europa occidental, y más concretamente a España, no todos son pacíficos refugiados políticos que quieren incorporarse activamente a nuestro modo de vida. Por el contrario, la gran mayoría trae consigo su porcentaje cultural (es un decir) de homicidios por año y, si son musulmanes, su porcentaje de simpatía hacia el Estado Islámico y a actos como este al que me refiero, además de su propensión a vivir en guetos virtualmente vetados a los genuinos habitantes del país. Y es de temer que esos porcentajes contrasten, para alterarlos, con los que son propios de nuestros índices de criminalidad, de crueldad y de aceptación de nuestro modo de vida. No poner ningún filtro a la inmigración y hacer equivalente la inmigración ilegal a la legal es algo inaccesible al sentido común, además de simplemente suicida. No sé cómo se puede argumentar mejor para no herir la sensibilidad de quien está capturado por la corrección política e instintivamente lance contra lo que aquí se dice los anatemas correspondientes. Pero estas realidades merecen poder contrastarse con algo mejor que el tener preparada la consiguiente casilla intelectual (es otro decir) de "racista" o "xenófobo".

AMPLIACIÓN
sobre los peligros de equiparar la inmigración legal (con filtros) y la ilegal. Son datos del (¿xenófobo?) Ministerio del Interior sobre los homicidios cometidos entre 2010 y 2012 en nuestro país, y los acaba de publicar El País. Los datos del informe son elocuentes. Los extranjeros representaban (en 2012) el 12% de la población en España, correspondiéndoles el 47% de los asesinatos relacionados con actividades criminales, el 35% de los homicidios en general y el 32% de los casos de violencia de género.

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