viernes, 23 de mayo de 2025

VIVIMOS EN UN PUNTO INTERMEDIO ENTRE EL HOGAR Y EL MÁS ALLÁ

Todo impulso es un segmento de aquel otro que, supremo, nos empuja aún más allá. “Vivir, al menos humanamente, es transitar, estarse yendo hacia… siempre más allá” (María Zambrano[1]). Allí donde un impulso se frena ante un obstáculo hasta el punto de establecerse en él, allí donde el deseo de ir más allá encuentra un modo de interrumpirse, aparece la forma, y la Creación se hace patente. El movimiento y el cambio incesantes, entonces, se convierten en Ser. “Toda vida, aun la más activa, tiene necesidad de andar encerrada en una forma, y sólo dentro de ella se hace actuante” (María Zambrano[2]).

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Si la vida es el trayecto que discurre entre lo peor y lo mejor, la única garantía a nuestro alcance de que sigamos existiendo resulta del hecho de que, discurriendo de acontecimiento en acontecimiento, mantengamos nuestra meta última perpetuamente situada en la lejanía… Pero nunca podremos renunciar tampoco al deseo de tener un hogar al que regresar y en el que establecernos.



[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 62.

[2] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 75.

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