Todo impulso
es un segmento de aquel otro que, supremo, nos empuja aún más allá. “Vivir,
al menos humanamente, es transitar, estarse yendo hacia… siempre más allá” (María Zambrano[1]). Allí donde un impulso se frena ante un
obstáculo hasta el punto de establecerse en él, allí donde el deseo de ir más
allá encuentra un modo de interrumpirse, aparece la forma, y la Creación se
hace patente. El movimiento y el cambio incesantes, entonces, se convierten en
Ser. “Toda
vida, aun la más activa, tiene necesidad de andar encerrada en una forma, y
sólo dentro de ella se hace actuante” (María
Zambrano[2]).
●●●●●●●●●
Si la vida es el trayecto que discurre entre lo peor y lo
mejor, la única garantía a nuestro alcance de que sigamos existiendo resulta
del hecho de que, discurriendo de acontecimiento en acontecimiento, mantengamos
nuestra meta última perpetuamente situada en la lejanía… Pero nunca podremos renunciar
tampoco al deseo de tener un hogar al que regresar y en el que establecernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario