sábado, 30 de septiembre de 2023

LA CIENCIA NO (SÓLO) CONSISTE EN LA OBSERVACIÓN DE HECHOS

 

“La ciencia es, en efecto, interpretación de los hechos. Por sí mismos no nos dan la realidad, al contrario, la ocultan, esto es, nos plantean el problema de la realidad” (Ortega y Gasset[1]).

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“Los hechos no son nunca ciencia, sino empiria. La ciencia es teoría, y ésta consiste precisamente en una famosa guerra contra los hechos, en un esfuerzo para lograr que los hechos dejen de ser simples hechos, encerrados cada uno dentro de sí mismo, aislado de los demás, abrupto. El hecho es lo irracional, lo ininteligible. La mente siente una extraña angustia y como asfixia ante el mero hecho que la obliga a reaccionar movilizando sus funciones conectivas” (Ortega y Gasset[2]).

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“La realidad no es dato, algo dado, regalado –sino que es construcción que el hombre hace con el material dado” (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”. Obras Completas, Tomo 5, Alianza, Madrid, 1983, p. 15

[2] Ortega y Gasset: “Prólogo a la “Introducción a las Ciencias del Espíritu” por Wilhelm Dilthey”, O. C. Tº 7, p. 67.

[3] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”. Obras Completas, Tomo 5, Alianza, Madrid, 1983, p. 16

miércoles, 27 de septiembre de 2023

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

 

“En la vida humana la buena suerte es una divinidad peligrosa, más peligrosa que la mala. Mientras esta aniquila desde fuera y visiblemente, aquella destruye, corrompe desde dentro sin que ello se advierta desde el exterior” (Ortega y Gasset[1]).

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“En vez de derramar llanto sobre nuestras limitaciones, debemos utilizarlas como saltos de agua para nuestro beneficio. La cultura ha sido siempre aprovechamiento de inconvenientes” (Ortega y Gasset[2]).

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“Todo problema profana un misterio; a su vez el problema es profanado por su solución” (E. M. Cioran[3]).

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“La enfermedad fue sin duda el fondo de todo impulso creativo; creando podía sanar, creando recobré la salud” (Soren Kierkegaard(4)).



[1] Ortega y Gasset: “Goethe sin Weimar”, O. C. Tº 9, p. 590.

[3] E. M. Cioran: “Silogismos de la amargura”, Barcelona, Tusquets, 1997, pág. 39.

[4] Kierkegaard citado en Philippe Brennot: “El genio y la locura”, Ed. Punto de Lectua, 2000, p. 200.

domingo, 24 de septiembre de 2023

¿ES EL PLACER INGREDIENTE NECESARIO DE LA FELICIDAD?

 

“Sin duda que en toda felicidad hay placer; pero el placer es lo menos en la felicidad. El placer es un acontecimiento pasivo, y conviene volver a Aristóteles, para quien era evidente consistir siempre la felicidad en una actuación, en una energía y un esfuerzo. Que este esfuerzo, conforme se va haciendo, segregue placer no es sino un añadido y, si se quiere, uno de los ingredientes que componen la situación. Pero (…) las ocupaciones felices, conste, no son meramente placeres; son esfuerzos, y esfuerzo son los verdaderos deportes. No cabe, pues, distinguir el trabajo del deporte por un más o menos de fatigas. La diferencia está en que el deporte es un esfuerzo hecho libérrimamente, por pura complacencia en él, mientras el trabajo es un esfuerzo hecho a la fuerza en vista de su rendimiento” (Ortega y Gasset)[1].

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“La palabra «deporte» ha entrado en la lengua común procedente de la lengua gremial de los marineros mediterráneos, que a su vida trabajosa en el mar oponían su vida deliciosa en el puerto. «Deporte» es «estar de portu». Pero la vida de puerto no es solo el marino plantado en el muelle, con las manos en los bolsillos del pantalón y la pipa entre los dientes, que mira obseso al horizonte como si esperase que en su líquida línea fuesen de pronto a brotar islas. Hay, ante todo, los coloquios interminables en las tabernas portuarias entre marinos de los pueblos más diversos. Esas conversaciones han sido uno de los órganos más eficientes de la civilización. En ellas se transmitían y chocaban culturas dispares y distintas. Hay, además, los juegos deportivos de fuerza y destreza (…): caza, cañas, justas, anillos y danzas” (Ortega y Gasset)[2].



[1] Ortega y Gasset: “Prólogo a ‘Veinte años de caza mayor’ del conde  de Yebes”, O. C. Tº 6, p. 428.

[2] Ortega y Gasset: “Prólogo a ‘Veinte años de caza mayor’ del conde  de Yebes”, O. C. Tº 6, pp. 428-429-Nota.

jueves, 21 de septiembre de 2023

EXISTE SOCIEDAD SI EXISTEN LÍDERES

 

“En toda clase, en todo grupo que no padezca graves anomalías, existe siempre una masa vulgar y una minoría sobresaliente (…) Precisamente lo que acarrea la decadencia social es que las clases próceres han degenerado y se han convertido casi íntegramente en masa vulgar (…) La acción recíproca entre masa y minoría selecta es, a mi juicio, el hecho básico de toda sociedad y el agente de su evolución hacia el bien como hacia el mal (…) Al hallar otro hombre que es mejor, o que hace algo mejor que nosotros, si gozamos de una sensibilidad normal (…) percibimos como tal la ejemplaridad de aquel hombre y sentimos docilidad ante su ejemplo. He aquí el mecanismo elemental creador de toda sociedad: la ejemplaridad de unos pocos se articula en la docilidad de otros muchos. El resultado es que el ejemplo cunde y que los inferiores se perfeccionan en el sentido de los mejores. Esta capacidad de entusiasmarse con lo óptimo, de dejarse arrebatar por una perfección transeúnte de ser dócil a un arquetipo o forma ejemplar, es la función psíquica que el hombre añade al animal y que dota de progresividad a nuestra especie frente a la estabilidad relativa de los demás seres vivos (…) No fue, pues, la fuerza, ni la utilidad lo que juntó a los hombres en agrupaciones permanentes, sino el poder atractivo de que automáticamente goza sobre los individuos de nuestra especie el que en cada caso es más perfecto (…) De esta manera vendremos a definir la sociedad, en última instancia, como la unidad dinámica espiritual que forman un ejemplar y sus dóciles” (Ortega y Gasset(1)).



[1] Ortega y Gasset: “España invertebrada”, O. C. Tº 3, pp. 103-104.

lunes, 18 de septiembre de 2023

LA REALIDAD ES LO QUE SE NOS RESISTE

 

ESTO NO ES REAL

“Nuestro mundo es la dimensión de fatalidad que integra nuestra vida. Pero esta fatalidad vital no se parece a la mecánica. No somos disparados sobre la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria está absolutamente predeterminada. La fatalidad en que caemos al caer en este mundo —el mundo es siempre éste, este de ahora— consiste en todo lo contrario. En vez de imponernos una trayectoria, nos impone varias y, consecuentemente, nos fuerza... a elegir. ¡Sorprendente condición la de nuestra vida! Vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad, a decidir lo que vamos a ser en este mundo. Ni un solo instante se deja descansar a nuestra actividad de decisión. Inclusive cuando desesperados nos abandonamos a lo que quiera venir, hemos decidido no decidir. Es, pues, falso decir que en la vida «deciden las circunstancias». Al contrario: las circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter” (Ortega y Gasset(1)).

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“Realidad es todo aquello con que, queramos o no, tenemos que contar, porque, queramos o no está ahí, ex-iste, re-siste” (Ortega y Gasset(2)).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, pp. 170-171.

[2] Ortega y Gasset: “El hombre y la gente”, O. C. Tº 7, p. 101.

Cómo encerrándose en sí mismo EMERGIÓ EL INDIVIDUO en la Civilización Occidental


 

Reiteramos en este vídeo, para empezar, la idea de que la aparición del individuo en la civilización occidental no fue un fenómeno natural, sino histórico, destacándose su desarrollo a partir del Renacimiento, aunque sus raíces están en el pensamiento de filósofos como Duns Escoto y Guillermo de Ockham en los siglos XIII y XIV. Estos pensadores enfatizaron la idea de que Dios no se somete a la razón, lo que implica que el mundo es contingente y es su libre voluntad la que decide cómo son las cosas. A partir de estos conceptos, se originó la idea de la libertad individual, junto con la soledad y la angustia. Norbert Elias argumenta que esta personalidad del hombre moderno se origina en la internalización de autocontroles y tabúes que reprimen los comportamientos espontáneos y que, al mismo tiempo, son los que socializan y civilizan. Esta represión llevó a la separación entre el yo íntimo y el yo social. El yo íntimo pasará a ser lo que Elias denominó “homo clausus”. Este autor explora también los modos en que la aparición de este hombre encerrado en sí mismo emerge a la vez que los comportamientos en el dormitorio, a la hora de comer o en el modo de realizar las necesidades corporales se van haciendo más privados y decorosos. También las emociones se someten a control. El homo clausus acabará identificado con la personalidad esquizoide, caracterizada por la insociabilidad, la introversión y la dificultad a la hora de expresar emociones. Y esta personalidad dejará su huella en el arte y la cultura de la época moderna y posmoderna. Esta reflexión finalmente habrá de ser acomodada al hecho de que, como también resaltan Elias y Steven Pinker, el siglo XX (también el XXI) es un siglo descivilizador.

La CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL: cómo en ella emergió la LIBERTAD, es decir, la SOLEDAD y la ANGUSTIA


 

En este vídeo nos proponemos profundizar en la idea de que la civilización occidental, desde el Renacimiento para acá, ha experimentado un cambio en la percepción de la realidad y la moralidad, lo que ha llevado a lo largo del tiempo tanto a grandes logros materiales como a enormes desafíos psicológicos y morales que aún están sin resolver, de modo que incluso queda la locura como posible punto de fuga de esta situación. La motivación para realizar este vídeo y los que irán engrosando la lista que respondiendo a la misma idea iré realizando es la de prolongar y ampliar las ideas esbozadas por Ortega y Gasset sobre este tema en diversos tramos de su obra.

Partiremos del hecho de que la vida humana ha solido ser un asunto público a lo largo de la historia, pero la civilización occidental abrió, a partir del Renacimiento, la posibilidad de que apareciera la privacidad y la existencia individual. Nos reiteramos en la idea (expuesta en otros vídeos) de que este movimiento histórico tuvo sus precedentes más significativos en el nominalismo escolástico, singularmente Duns Escoto y Guillermo de Ockham. Autores como Erich Fromm, Norbert Elias, Max Weber, Nietzsche, Sigmund Freud, y, cómo no, Ortega y Gasset, nos ayudarán a profundizar en las ideas que de estos hechos surgen, resaltando el de que a la vez que irrumpe el valor de la libertad, lo hacen también la soledad y la angustia.

Esta nueva perspectiva con la que se inauguró la modernidad, y a partir de la cual los individuos tuvieron que responsabilizarse en primera persona de sus elecciones morales, enfrentándose a la incertidumbre que supone no contar con el amparo de leyes morales universales, ha supuesto la aparición de graves problemas psíquicos y, en los tiempos más recientes, ha contribuido al abuso de drogas y ansiolíticos como perentoria respuesta a ese desamparo personal.

 

sábado, 16 de septiembre de 2023

CÓMO SE ORIGINA EL DESORDEN


“En toda agrupación humana se produce espontáneamente una articulación de sus miembros según la diferente densidad vital que poseen. Esto se advierte ya en la forma más simple de sociedad: en la conversación. Cuando seis hombres se reúnen para conversar, la masa indiferenciada de interlocutores que al principio son queda poco después articulada en dos partes, una de las cuales dirige en la conversación a la otra, influye en ella, regala más que recibe. Cuando esto no acontece es que la parte inferior del grupo se resiste anómalamente a ser dirigida, influida por la porción superior, y entonces la conversación se hace imposible. Así, cuando en una nación la masa se niega a ser masa —esto es, a seguir a la minoría directora—, la nación se deshace, la sociedad se desmembra, y sobreviene el caos social, la invertebración histórica. Un caso extremo de esta invertebración histórica estamos ahora viviendo en España” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “España invertebrada”, O. C. Tº 3, Madrid, Alianza, 1983, p. 93.


EL ARTE HA DE SALIRSE DE LO PREVISTO

 

“¡Arte románico, gótico, Renacimiento! Nuestras reacciones ante ellos se han hecho tan habituales, que casi son ya movimientos reflejos. Sabemos de antemano el disco que va a rodar dentro de nosotros cuando la obra bella aparezca. Nos falta toda esperanza de aventura y milagro. Ahora bien; sin estas dos cosas no hay verdadera emoción estética (…) Y, sin embargo, la verdadera emoción estética sólo se produce en quien no está dispuesto a tenerla y no ha preformado el gesto de admiración. Se hace uno el siguiente razonamiento: Si, en efecto, hay tantas cosas bellas como se dice, una de dos: o su belleza nos mataría de tanto conmovernos, o es la belleza una sustancia tan tibia e innocua que no merece la pena de hablar de ella. Yo creo que se ha perdido el sentido del arte a fuerza de multiplicarlo y abaratarlo. Cuánto mejor considerar el arte como una aventura que sobreviene alguna que otra vez, muy raramente. Por lo pronto es una sorpresa (…) De otro modo, si seguimos acumulando admiración, cada siglo aumentará la mole de presunta belleza, y al cabo de otros mil años no habrá en el planeta más que cementerios y museos. Conviene arrancar el arte de las manos del buen burgués, donde ha caído prisionero, y hacerlo inconfortable; esto es, auténtico” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Notas de vago estío”, en “El Espectador”, Vol. V, O. C. Tº 2, pp. 442.

jueves, 7 de septiembre de 2023

LA OTRA CARA DEL DOLOR

 

“El esfuerzo sólo lo es propiamente cuando empieza a doler: lo demás es… ‘actividad’, el esfuerzo sin esfuerzo que hace la planta para florecer y fructificar” (Ortega y Gasset[1]).

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 “No hay que darse opio, sino poner vinagre y sal en la herida del alma, porque cuando te duermas y no sientas ya el dolor, es que no eres” (Unamuno[2]).

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“Quien huye del dolor no quiere ya amar más” (Novalis[3]).

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 “No hay dolor irreal; el dolor existiría incluso si el mundo no existiera. Aunque se demostrara que no tiene utilidad, aún podríamos encontrarle una: la de proyectar alguna sustancia en las ficciones que nos rodean. Sin el dolor, todos seríamos unos fantoches; sin él, no habría contenido en ninguna parte” (E. M. Cioran[4]).

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“Fuera de la insensibilidad y, en todo caso, del desprecio, todo es pena, principalmente el placer, cuya función no consiste en apartar el dolor, sino en prepararlo” (E. M. Cioran[5])

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“Es mejor vivir en dolor que no dejar de ser en paz” (Unamuno[6])



[1] Ortega y Gasset: “Goethe desde dentro” Obras Completas, Tomo 4, Alianza, Madrid, 1983, pág. 418.

[2] Miguel de Unamuno: : “Del sentimiento trágico de la vida”, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, pág. 209

[3] Citado en Antonio Pau: “Novalis. La nostalgia de lo invisible”, Madrid, Trotta, 2010, pág. 173.

[4] E. M. Cioran: “La caída en el tiempo”, Caracas, Monte Ávila Editores, 1977, p. 108.

[5] E. M. Cioran: “La caída en el tiempo”, Caracas, Monte Ávila Editores, 1977, p. 112.

[6] Miguel de Unamuno: : “Del sentimiento trágico de la vida”, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, pág. 40.

lunes, 4 de septiembre de 2023

CONSEJOS PARA CUANDO VAYA LLEGANDO EL CANSANCIO

 

“Todo hombre o mujer que llega a madurez sintió en una hora ese gigante cansancio de vivir sobre sí mismo, de mantenerse a pulso sobre la existencia, parecido al odium professionis que acomete a los monjes en los cenobios. Es como si al alma se le fatigasen los propios músculos y ambicionase reposar sobre algo que no sea ella misma, abandonarse, como una carga penosa al borde del camino. No hay remedio, hay que seguir ruta adelante, hay que seguir siendo el que se es... Pero sí, un remedio existe, sólo uno, para que el alma descanse: un amor ferviente a otra alma. La mujer conoce mejor que el varón este maravilloso descanso, que consiste en ser arrebatada por otro ser. También aquí la imagen plástica de arrebato, de rapto, deja rezumar el sentido de la oculta realidad psicológica. En el rapto, la ninfa galopa sobre el lomo del centauro; sus pies delicados no pisan el suelo, no se lleva a sí misma, va en otro. Del mismo modo, el alma enamorada realiza la mágica empresa de transferir a otra alma su centro de gravedad, y esto, sin dejar de ser alma. Entonces reposa. La excentricidad esencial queda en un punto corregida: hay, por lo menos, otro ser con cuyo centro coincide el nuestro. Pues ¿qué es amor, sino hacer de otro nuestro centro y fundir nuestra perspectiva con la suya?” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Vitalidad, alma, espíritu”, en “El Espectador”, Vol. V, O. C. Tº 2, p. 470.

viernes, 1 de septiembre de 2023

NUESTRA META EN LA VIDA ES ALGO A DESCUBRIR

 

Lo que nos pone en marcha a los humanos antes de nada es la fuerza vital, algo equivalente a lo que a nivel macrocósmico puso en marcha asimismo el Big Bang. Esa fuerza vital, para empezar, no tiene finalidad, empuja gratuitamente, sin pretender llegar a ningún resultado, ninguna utilidad. Es, pues, lo que sustenta el juego en los niños y el deporte en los adultos, es decir, el esfuerzo gratuito que se justifica a sí mismo.

Vale, pero cuidado, que, respondiendo a su vocación por lo paradójico, también dice Ortega: “Mas ¿adónde puede llevar el esfuerzo puro? A ninguna parte; mejor dicho, sólo a una: a la melancolía”[1]. O sea, que ese esfuerzo puro demanda una finalidad, un objetivo, podemos decir que una utilidad como añadido finalmente necesario. También dice Ortega: “El fin es siempre un producto de la inteligencia, la función calculadora, ordenadora (…) La acción es un movimiento que se dirige a un fin y vale lo que el fin valga”[2].

En suma: que hay que tener rebosante el depósito de la fuerza vital, de las ganas de hacer cosas incluso antes de que aparezcan esas cosas, pero si no acabamos de convertir ese esfuerzo “deportivo” en algo dirigido hacia algún objetivo, la acción que pusimos en marcha por las ganas de jugar que teníamos se disolverá en el vacío.



[1] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, p. 61.

[2] Ortega y Gasset: “Notas de andar y ver. Viajes, gentes, países”, Madrid, Alianza, 1988, p. 60.