Nuestro reino es de este mundo sólo en la medida en que
incluye aquél que añoramos, aquel que nos hemos prometido. Y “sólo
tras de haberse señalado un fin lejano aparecen las finalidades inmediatas. Esa
lejana luz es claridad que recae sobre las circunstancias inmediatas y las
ordena, las hace cobrar sentido” (María
Zambrano[1]). “Lo
próximo, el objeto que vemos en nuestra inmediatez, se nos presenta desde luego
destacando sobre un fondo de otras cosas más distantes; esto es, sobre el fondo
de un horizonte” (Ortega y Gasset[2]).
El “más allá” al que cada cual aspiramos, la distancia que nos queda por
recorrer, hace que sea diferente para cada uno este mundo que, a primera vista,
parece que compartimos.
“Demasiado
primer plano hay en todos los hombres, ¡qué tienen que hacer allí los ojos que
ven lejos, que buscan lejanías!” (Friedrich Nietzsche[3]).
María Zambrano también advertía del peligro que conlleva la
subordinación a los primeros planos: “El conocimiento de cualquier género de
realidad que sea requiere su horizonte adecuado (…) Y cuando no lo hay, sucede
que se vive, en lo que hace a esa realidad, como en sueños”[4].
De modo que “si este horizonte cayera destruido de repente nos encontraríamos que
lo que estábamos mirando en este momento, por insignificante que fuese, se
convertiría en algo terrible, en algo que no nos permitiría ni movernos;
seríamos presa del terror de su presencia”[5].
Sin distancia que recorrer en ella, la realidad deviene pesadilla.
Hemos acabado descubriendo la eternidad porque siempre nos queda, y nos
quedará, algo por hacer. Deseamos una cosa porque anhelamos lo que hay después,
porque lo que vamos consiguiendo nos pone en camino de lo que aún nos falta,
porque lo que nos es más cercano nos está prometiendo algo que está más allá. “No
hallarás los límites del alma –decía Heráclito–, no
importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón”[6].
0-PORTADA-1: Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, p. 243.
PORTADA-2: María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 62.
[1]
María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 44.
[2]
Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”. O. C., Tº 9,
pp. 17-18.
[3]
Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, p. 260.
[5]
María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 78.
[6]
VVAA.: “De Tales a Demócrito. Fragmentos presocráticos” Madrid, Alianza, 2001, Fragmento
nº 67,
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