(CONTESTACIÓN
AL ARTÍCULO DE LUIS TUDANCA, DIRIGENTE DEL PSOE DE BURGOS, PUBLICADA EN EL CORREO
DE BURGOS EL 19 DE MARZO DE 2013)
La
igualdad ante la ley es una gran conquista de la civilización occidental.
Gracias a ella, desde los tiempos de la Ilustración, en los cuales quedaron
asentados los valores democráticos y se consolidó el estado de derecho, este
principio de la igualdad jurídica supuso la supresión de los privilegios, de la
discriminación positiva por ley, de modo que desde el siglo XIX, en los países
democráticos, todos los habitantes de la nación han de estar, por ejemplo,
sometidos a unos mismos criterios en cuanto a la distribución de cargas
fiscales. En España, sin embargo, a causa del relativo fracaso de nuestras
revoluciones liberales, hay todavía territorios discriminados positivamente en
materia fiscal: la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra, a
través de sus respectivos conciertos económicos (y aspira a estarlo, a través
de sus gobernantes nacionalistas, la Comunidad Autónoma de Cataluña). El único
partido del arco parlamentario que, en este sentido, puede levantar la bandera
de la igualdad es UPyD (y Ciudadanos en Cataluña); todos los demás, PP, PSOE,
IU y, por descontado, los partidos nacionalistas, son partidarios de mantener
esos privilegios feudales.
Gracias
también a ese principio de igualdad ante la ley, desde los tiempos de la
Ilustración quedaron asimismo superados en los emergentes códigos penales los
delitos de autor, aquellos en los que un mismo delito era castigado de manera
diferente según lo cometiera un noble o un villano. Algo que un régimen
intrínsecamente reaccionario frente a los avances de la historia como el
nacionalsocialista restauró cuando implantó el contra principio de que el mismo
delito merecía penas diferentes según lo cometiera un ario o un judío. Entre
nosotros, la ruptura de ese principio significaría, por ejemplo, que un mismo
delito de tráfico de influencias fuera castigado de diferente manera (o tal vez
no llegara si quiera a castigarse; o se indultase) según lo cometiera un
político, la hija del Rey o un ciudadano de a pie.
Gracias
a esa aspiración a la igualdad, en UPyD podemos compartir trinchera con D. Luis
Tudanca, Secretario General del PSOE y diputado por Burgos, en asuntos como los
de la aspiración a la igualdad de trato laboral entre hombres y mujeres o en la
persecución de la violencia que yo prefiero denominar doméstica, a lo cual se
refería en el artículo que, en buena medida como contestación a otro mío
anterior, publicó en estas mismas páginas el pasado jueves, 7 de marzo, y que
tituló: “¿Son tolerables las declaraciones de UPyD contra la igualdad?”.
Aclararé
antes de nada que, aunque pertenezco al Consejo Local de UPyD de Burgos, le
contesto en mi propio nombre; somos un partido transversal, en el que nos
juntamos personas diversas, unidas por el perentorio propósito de trabajar por
la regeneración política de nuestro país, la recuperación de una idea de nación
común a todos los españoles y la separación de poderes, pero que podemos tener
ideas diferentes en otros asuntos.
Dejamos
de compartir trinchera PSOE y UPyD, precisamente, cuando aquel se declara
partidario de romper la igualdad ante la ley, lo que hace que yo le devuelva la
pregunta al Sr. Tudanca, en la medida en que él se muestra partidario de la
actual Ley Integral contra la Violencia de Género, en la cual el mismo delito
se castiga de forma diferente si lo comete un hombre o una mujer, y que suprime
el elemental principio del estado de derecho según el cual todo el mundo es
inocente mientras no se demuestre lo contrario; a partir de esta ley, el mero
testimonio de la mujer puede llevar a un hombre a la cárcel. Evidentemente,
muchas de las denuncias de maltrato están, sin duda, más que justificadas. Pero
estos datos que proporciona el Consejo General del Poder Judicial merecen
atención:
según esta
institución, en 2011 se hicieron 134.000 denuncias (367 denuncias diarias) por “violencia
de género”. De esas denuncias, 52.294 derivaron en sentencias penales (el 40%). De ellas fueron
condenatorias el 60% (31.403) y el 40% absolutorias (20.891). Es decir, que en
sólo el 23,43 % de las denuncias el acusado es declarado culpable (en base,
quizás, al testimonio único de la mujer, si el hombre no consigue demostrar su
inocencia). O sea, que hay 244 hombres no-culpables que cada día son
denunciados. Aun declarado no-culpable, el divorcio de esos hombres pasa a
tramitarse desde el juzgado especial de violencia “de género”, en lugar del
normal, lo que conlleva una inferioridad adicional a los ya de por sí sesgados
divorcios en favor de la mujer (90% de custodias a su favor).
¿Todos
aquellos casos en los que no se condena al hombre acusado merecen que siga viva
nuestra sospecha de que “algo habrá hecho”? ¿Todos se deben a que no se pudo
probar su culpabilidad? ¿O es legítimo pensar que muchos de ellos se deben a
denuncia falsa, no sólo el 0,009 por ciento al que alude el Sr. Tudanca? Porque
si los miles de personas hoy movilizadas contra esta ley (no hay más que
visitar las páginas de internet en que imploran atención) tuvieran alguna
razón, el daño que esta ley estaría haciendo sería tremendo. ¿Es razonable que
en los 7 años de vigencia de la ley hayan sido ya acusados de maltrato el 5% de
los hombres españoles mayores de 18 años?
Quienes
realmente aspiramos a la igualdad ante la ley, queremos que esta vaya contra
las conductas, no contra las personas; no castigue a los hombres por el hecho
de ser hombres, sino a los delincuentes por el hecho de ser delincuentes. Que
si hay agravantes, como el del abuso de la fuerza física, este, de acuerdo con
los más elementales principios del estado de derecho, quede vinculado a los
comportamientos no a los sexos. Que la desventaja de los colectivos sociales
desfavorecidos (por razón de nacimiento, raza, sexo, religión u opinión, según dice la
Constitución) no se pretenda arreglar con leyes que discriminen positivamente a
cada uno de ellos, sino partiendo del principio de que todos somos iguales ante
la ley. Y que ha de haber una misma ley para todos.
Javier
Martínez Gracia, del Consejo Local de UPyD de Burgos
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“Teoría del improperio y de los gestos histéricos”:
“¿Es Toni Cantó un defensor de maltratadores?”:
“Cuando el resentimiento se camufla como feminismo”
http://elblogdejavigracia.blogspot.com.es/2013/03/cuando-el-resentimiento-se-camufla-como.html
Sr Martínez Gracia:
ResponderEliminarhe conocido este sitio a través del Blog de Santiago González.
Le felicito muy sinceramente por esta entrada, sencillamente irrefutable, voy a seguir la continuación del debate, si es que el Sr Tudanca se atreve a contestar.
Muchísimas gracias, Cándido. Esas derivaciones desde el superblog de Santiago González se las debo a Carlota, una persona de la que tengo la gran fortuna de ser su amigo. Si el debate con el Sr. Tudanca se prolonga (o se siguiera con cualquier otro interlocutor), desde luego que colgaré en este blog los textos correspondientes. Le agradezco mucho su interés.
ResponderEliminarUn cordial saludo