jueves, 30 de octubre de 2025

EL ABURRIMIENTO Y SUS ANTÍDOTOS

Dice Julián Marías que “el aburrimiento es el máximo enemigo del hombre de nuestra época”[1], ¿En qué consiste? ¿Por qué ocurre? El aburrimiento es consecuencia de no tener nada que hacer. Y es que, por el contrario, y como dice Ortega: “La vida es quehacer (…) La vida es lo que hay que hacer. Quien intente eludir esta condición sustancial de la vida, recibe de ella el más horrible castigo: al querer no hacer nada se aburre” [2]. ¿Y por qué el aburrimiento afecta especialmente a nuestro tiempo? El mismo Marías nos pone en la pista de la respuesta: “Hoy (…) nos encontramos envueltos en una presión singular, una presión distinta de la presión en que se ha sentido el hombre desde la prehistoria, que es la presión de las facilidades”[3].Como consecuencia indeseable del aumento del nivel histórico, acontece que, en gran medida, el hombre ha perdido la conciencia de la realidad como dificultad y limitación. Y puesto que los proyectos de vida se construyen como modo de enfrentarse a la dificultad y a la limitación que el entorno opone a nuestro deseo de alcanzar nuestros ideales, hoy los proyectos de vida han entrado, en esa misma medida, en crisis. Los hombres víctimas del tedio no saben a qué dedicar sus vidas, aparte de aquello a lo que se ven obligados a hacer.



[1] Julián Marías: “Cansancio de la vida como crisis de los proyectos”, en la obra colectiva “El cansancio de la vida”, Madrid, Karpos, 1975, p. 171.

[2] Ortega y Gasset: “Para el ‘Archivo de la Palabra’”, O. C. Tº 4, p. 366.

[3] Julián Marías: “Cansancio de la vida como crisis de los proyectos”, en la obra colectiva “El cansancio de la vida”, Madrid, Karpos, 1975, p. 161.

sábado, 25 de octubre de 2025

LO QUE NOS DIFERENCIA DE LOS ANIMALES: LA FANTASÍA

El hito más importante en la evolución del hombre lo marcó aquel momento en que en él apareció “un grado mayor de hiperfunción mental —cuyo resultado fue que el hombre se llenó de imágenes, de fantasías— en que, como es sabido, aun los animales superiores son tan pobres; es decir, que se encontró dentro con todo un mundo imaginario, por tanto, con un mundo interior de que el animal carece, un mundo interior frente, aparte y contra el mundo exterior”.
“Y he aquí que, desde entonces, esa última bestia que es el primer hombre tiene que vivir, a la vez, en dos mundos —el de dentro y el de fuera—, por tanto, irremediablemente y para siempre, inadaptado, desequilibrado; esta es su gloria, esta es su angustia. El hombre es el animal fantástico; nació de la fantasía, es hijo de «la loca de la casa». (…) (Lo que caracteriza) efectivamente la vida humana (es) que ningún contorno ni cambio de contorno puede por sí mismo ser calificado de obstáculo, dificultad y reto para el hombre, sino que siempre (…) la dificultad es relativa a los proyectos que el hombre crea en su fantasía, a lo que suele llamarse sus ideales; en suma, a lo que el hombre quiera ser.” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Una interpretación de la historia universal”, O. C. Tº 9, pp. 189-190.

VENIMOS DEL FUTURO

“Nuestro yo de hace un instante, ese que fuimos, ni es ya ni es yo. Es una mera cosa que ha pasado a nuestro yo de ahora y cuyo efecto sobre nuestro único y auténtico yo, que es el presente, resuena en éste como un eco próximo (…) El yo, he dicho, es siempre presente. Mas lo que se presenta en ese presente es un futuro —un radical sentir que necesitamos ser en el instante inmediato y además ser en él de una manera determinada. El yo está volcado sobre el porvenir, va delante de todo lo que ya es, delante, pues, de nuestro presente, del cual constantemente se dispara hacia lo que aún no es. De suerte que el modo de estar en el presente nuestro yo es un constante estar viniendo a él desde el futuro” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Goya”, O. C. Tº 7, p. 551.

EXISTIMOS, LUEGO PENSAMOS

En algo tiene razón Aristóteles: heredamos una constitución biológica preparada para hacer funcionar la inteligencia, igual que heredamos ojos para ver o tacto para percibir el lado tangible de las cosas. Se ve, diría Ortega, que el esfuerzo acumulado de nuestros antepasados ha cristalizado fisiológicamente, a través de la evolución, en esas capacidades. Pero no por ello deja de ser aquella inteligencia una función de lo que hagamos con ella: la inteligencia está ahí para resolver problemas, y si renunciáramos a los problemas o desaparecieran de nuestro horizonte estaríamos renegando de esa función y haciendo algo así como dar órdenes a nuestra base biológica para que desactivara esa función. “Yo soy yo y mi circunstancia” quiere decir en este caso que la cantidad de “yo” que tengamos dependerá de la cantidad de “circunstancia” que afrontemos. Depende del horizonte que aceptemos como marco para nuestra vida el que nuestras potencialidades se activen en una u otra forma, en una u otra medida. Siempre teniendo en cuenta, claro está, las limitaciones que nos impone la circunstancia, incluida, por ejemplo, la circunstancia biológica.

miércoles, 15 de octubre de 2025

CÓMO VAMOS CAMBIANDO

“(La juventud) es la etapa formidablemente egoísta de la vida. El hombre joven vive para sí. No crea cosas, no se preocupa de lo colectivo. Juega a crear cosas (…), juega a preocuparse de lo colectivo (…) Mas, en verdad, todo ello es pretexto para ocuparse de sí mismo y para que se ocupen de él. Le falta aún la necesidad sustancial (…) de poner su vida en serio y hasta la raíz a algo trascendente de él, aunque sea sólo a la humilde obra de sostener con la de uno la vida de una familia.”

“En cuanto a los mayores de sesenta años, ¿es que no tienen ya papel en esa realidad histórica? Sí que lo tienen, pero sumamente sutil. (…) Su intervención en la historia (es) excepcional (…) es, por esencia, un superviviente y actúa, cuando actúa, como tal superviviente. Una veces porque es un caso insólito de espiritual frescor que le permite seguir creando nuevas ideas o eficaz defensa de las ya establecidas. Otras, las normales, se recurre (a él) precisamente porque ya no vive en esta vida, está fuera de hecho, ajeno a sus luchas y pasiones. Es superviviente de una vida que murió hace quince años” (Ortega y Gasset[1]).


[1] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº 5, p. 47 a 50.

martes, 7 de octubre de 2025

A LA VERDAD SE ACCEDE DE UNO EN UNO

“De la misma manera que hicieron los griegos del ser lo único y de la belleza una norma o modelo general, va a encontrar Kant la bondad, la perfección moral en un imperativo genérico y abstracto. No, no; el deber no es único y genérico. Cada cual traemos el nuestro inalienable y exclusivo. Para regir mi conducta Kant me ofrece un criterio: que quiera siempre lo que otro cualquiera puede querer. Pero esto vacía el ideal, lo convierte en un mascarón jurídico y en una careta de facciones mostrencas. Yo no puedo querer plenamente sino lo que en mí brota como apetencia de toda mi individual persona” (Ortega y Gasset(1)).



[1] Ortega y Gasset: “Estética en el tranvía”, O. C. Tº 1, p. 38.

jueves, 2 de octubre de 2025

¿EXISTE LA IDENTIDAD O TODO ES CAMBIANTE?

El núcleo más íntimo del pensamiento, en el cual se decide la manera de entender la vida es la idea que se tenga de lo que es la realidad. ¿Qué es lo que hay, qué es lo que encontramos en nuestro derredor? –se pregunta Ortega, y se contesta:– Cosas y cambios, cambios y cosas; tan real lo uno como lo otro. ¿Pero esas dos realidades tienen el mismo valor? (…) Porque nos encontramos con que esas dos formas de realidad tienen rasgos opuestos: las cosas son siempre, nos parecen siempre, a una visión pronta e inmediata, lo igual a sí mismo, lo idéntico; en cambio, las mudanzas, los movimientos, son lo no idéntico, lo siempre distinto a sí mismo. Por tanto, esas dos formas primarias de realidad se nos presentan con caracteres opuestos”[1]. De la piedra casi podríamos afirmar taxativamente que es lo que es. Pero el río, como supo ver Heráclito, o la vida humana son y no son, son hoy una cosa y mañana otra. Unamuno dio con la clave de cómo conjugar nuestra necesidad de identidad con la contrapuesta evidencia de los cambios: “Cada cual defiende su personalidad, y sólo acepta un cambio en su modo de pensar o de sentir en cuanto este cambio pueda entrar en la unidad de su espíritu y engarzar en la continuidad de él”[2].



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, Madrid, Alianza, 1983, p.222.

[2] Miguel de Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Espasa Calpe, pág. 15.

miércoles, 1 de octubre de 2025

La Sombra es el arquetipo junguiano que se forma con todo aquello que de la fuerza vital espontánea con la que originariamente venimos al mundo –el “ello” de Freud–, nuestro entorno moral y cultural nos va exigiendo que lo reprimamos. Vamos construyendo así una personalidad, un “yo” (Freud) adaptado a las exigencias de ese entorno, un “personaje” (Jung), pero allá en las mazmorras del alma sobrevive clandestinamente nuestra Sombra en forma amenazadora, porque, como Nietzsche decía: “todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas”. Y así lo fueron comprobando personajes creados por la literatura: el Dr. Jekyll de Stevenson, el Raskólnikov de Dostoievski o el Fausto de Goethe. ¿Qué hacer para desactivar el poder maligno de la Sombra? A ello dedicamos también la reflexión que llevamos a cabo en este vídeo.

LA VERDAD NO DEPENDE DE MÍ

 


“Lo característico de la ciencia, de la moral y del arte es que sus contenidos no son patrimonio individual. Dos y dos son cuatro, no para mí sólo sino para toda criatura inteligente. Cada uno de nosotros tiene sus caprichos, sus amores y odios personales, sus apetitos propios. Mas a la vera de ese mundo sólo nuestro, ese yo individual y caprichoso, hay otro yo que piensa la verdad común a todos, la bondad general, la universal belleza” (Ortega y Gasset[1]),



[1] Ortega y Gasset: “La pedagogía social como programa político”, O. C. Tº 1, p. 512.