“De la misma manera que hicieron los griegos del ser
lo único y de la belleza una norma o modelo general, va a encontrar Kant la
bondad, la perfección moral en un imperativo genérico y abstracto. No, no; el
deber no es único y genérico. Cada cual traemos el nuestro inalienable y
exclusivo. Para regir mi conducta Kant me ofrece un criterio: que quiera
siempre lo que otro cualquiera puede querer. Pero esto vacía el ideal, lo
convierte en un mascarón jurídico y en una careta de facciones mostrencas. Yo
no puedo querer plenamente sino lo que en mí brota como apetencia de toda mi
individual persona” (Ortega y Gasset(1)).
La filosofía, la historia, la psicología, el arte, la antropología, la actualidad... de la mano, sobre todo, de Ortega y Gasset, el pensador más importante de todos los tiempos en lengua española
martes, 7 de octubre de 2025
A LA VERDAD SE ACCEDE DE UNO EN UNO
jueves, 2 de octubre de 2025
¿EXISTE LA IDENTIDAD O TODO ES CAMBIANTE?
El núcleo más íntimo del pensamiento, en el cual se decide la manera de
entender la vida es la idea que se tenga de lo que es la realidad. ¿Qué
es lo que hay, qué es lo que encontramos en nuestro derredor? –se
pregunta Ortega, y se contesta:– Cosas
y cambios, cambios y cosas; tan real lo uno como lo otro. ¿Pero esas dos
realidades tienen el mismo valor? (…) Porque nos encontramos con que esas dos
formas de realidad tienen rasgos opuestos: las cosas son siempre, nos parecen
siempre, a una visión pronta e inmediata, lo igual a sí mismo, lo idéntico; en
cambio, las mudanzas, los movimientos, son lo no idéntico, lo siempre distinto
a sí mismo. Por tanto, esas dos formas primarias de realidad se nos presentan
con caracteres opuestos”[1].
De la piedra casi podríamos afirmar taxativamente que es lo que es. Pero el
río, como supo ver Heráclito, o la vida
humana son y no son, son hoy una cosa y mañana otra. Unamuno dio con la clave de cómo
conjugar nuestra necesidad de identidad con la contrapuesta evidencia de los cambios:
“Cada cual defiende su personalidad, y sólo acepta un cambio en su modo
de pensar o de sentir en cuanto este cambio pueda entrar en la unidad de su
espíritu y engarzar en la continuidad de él”[2].
miércoles, 1 de octubre de 2025
La Sombra es el arquetipo junguiano que se forma con todo
aquello que de la fuerza vital espontánea con la que originariamente venimos al
mundo –el “ello” de Freud–, nuestro entorno moral y cultural nos va exigiendo
que lo reprimamos. Vamos construyendo así una personalidad, un “yo” (Freud)
adaptado a las exigencias de ese entorno, un “personaje” (Jung), pero allá en
las mazmorras del alma sobrevive clandestinamente nuestra Sombra en forma
amenazadora, porque, como Nietzsche decía: “todas las verdades silenciadas se
vuelven venenosas”. Y así lo fueron comprobando personajes creados por la
literatura: el Dr. Jekyll de Stevenson, el Raskólnikov de Dostoievski o el
Fausto de Goethe. ¿Qué hacer para desactivar el poder maligno de la Sombra? A
ello dedicamos también la reflexión que llevamos a cabo en este vídeo.
LA VERDAD NO DEPENDE DE MÍ
“Lo característico de la ciencia,
de la moral y del arte es que sus contenidos no son patrimonio individual. Dos
y dos son cuatro, no para mí sólo sino para toda criatura inteligente. Cada uno
de nosotros tiene sus caprichos, sus amores y odios personales, sus apetitos
propios. Mas a la vera de ese mundo sólo nuestro, ese yo individual y
caprichoso, hay otro yo que piensa la verdad común a todos, la bondad general,
la universal belleza” (Ortega y Gasset[1]),