sábado, 9 de diciembre de 2023

LA EDAD EN LA QUE APARECE EL ESPÍRITU

 

“Algún hombre de cuarenta años se enamora de una mujer de veinte; pero esto es una excepción, que la sociedad, sin darse bien cuenta por qué, siente como algo anómalo y, en cierta manera, monstruoso (…) Lo que necesita explicación es que, normalmente, el hombre de cuarenta prefiera la mujer de treinta, ya un poco macerada por las blanduras del otoño inminente, a la mujer de veinte años. Y, sin embargo, es así. Al hombre de cuarenta no le «sabe» amorosamente la mujer primaveral, porque no puede prenderse en ella su estilo de entusiasmo (…) Sólo resulta preferida la mujer muy joven cuando no se trata de amoroso afán, sino de abstracta complacencia sensual, exenta de estilo, común a todos los lugares y tiempos” (Ortega y Gasset[1]).

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“De los treinta a los cuarenta y cinco corre la etapa en que el hombre interesa verdaderamente a la mujer. Cómo y por qué, son preguntas indiscretas para responder a las cuales yo necesitaría un curso entero” (Ortega y Gasset[2]).



[2] Ortega y Gasset: “En torno a Galileo”, O. C. Tº 5, p. 48.


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