“Al paso que creciere el número de los que te admiran ha de crecer el
de los que te envidian” (Séneca[1]).
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“Preferid, entre los amigos, no sólo a aquellos que se entristecen con
la noticia de cualquier desventura vuestra, sino más aún a los que en vuestra
prosperidad no os envidian”. (Sócrates[2])
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“Fácilmente toda ‘reacción a’ se convierte en ‘reacción contra’, que va
movida por feas pasiones, por la envidia, el odio, el resentimiento. Diógenes
el cínico, antes de entrar en la elegante mansión de Aristipo, su compañero de
escuela bajo Sócrates, se ensucia los pies en barro concienzudamente para
patear luego los tapices de Aristipo. Aquí no se trata de sustituir la
complicación del tapiz por la sencillez del barro, sino de destruir el tapiz
por odio a él” (Ortega y Gasset[3]).
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“En los comienzos de la Revolución francesa una carbonera decía a una
marquesa: «Señora, ahora las cosas van a andar al revés: yo iré en silla de
manos y la señora llevará el carbón». Un abogadete «resentido» de los que
hostigaban al pueblo hacia la revolución, hubiera corregido: «No, ciudadana:
ahora vamos a ser todos carboneros» (Ortega y Gasset(4)).
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“Cosa de reyes es obrar bien, pero tener mala fama” (Marco Aurelio[5]
).
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“Puse todo mi cuidado en
levantarme sobre la muchedumbre haciéndome notable con alguna particular calidad;
¿y qué otra cosa fue esto sino exponerme a las flechas de la envidia y
descubrir al odio la parte en que me podría morder? (Séneca[6]).
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“Conviene que tú (…) sin enojarte con quienes se
enojan contigo, lleves a cabo metódicamente tu propósito” (Marco Aurelio[7]).
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“Es ridículo no huir de la propia maldad, lo cual es posible, y huir de
la de los demás, lo cual es imposible” (Marco
Aurelio[8]).
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"La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre
espiritual". (Miguel de Unamuno[9])
[1] Séneca:
“De la vida bienaventurada”, en María Zambrano: “Páginas escogidas de Séneca”
“El pensamiento vivo de Séneca”, Cap. II, pág. 98
[2] Platón:
“Protágoras”, capítulo XXII.
[3] Ortega y
Gasset: “En torno a Galileo”. O. C., Tª 5, p. 111.
[4] Ortega y Gasset: “Confesiones de El Espectador”, en “El
Espectador”, Vol. 2, O. C. Tº 2, pp. 138-139.
[5] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº VII, &36, pág.
91
[6] Séneca:
“De la vida bienaventurada”, en María Zambrano: “Páginas escogidas de Séneca”
“El pensamiento vivo de Séneca”, Cap. II, pp. 97-98.
[7] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº VI, &26, pág.
77.
[8] Marco
Aurelio: “Meditaciones”, Madrid, Alianza Editorial, 1985, Lº VII, & 71,
pág. 98.
[9] Miguel
de Unamuno: “Niebla”, capítulo XXVIII.
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