“El hombre es por natura la bestia paradójica:
un animal absurdo que necesita lógica.
Hizo de nada un mundo y, su obra terminada,
¡Ya estoy en el secreto -se dijo-: todo es nada!”
un animal absurdo que necesita lógica.
Hizo de nada un mundo y, su obra terminada,
¡Ya estoy en el secreto -se dijo-: todo es nada!”
También León Felipe decía:
“...Yo no soy nadie, filósofos...
Y éste es el solo parentesco que tengo con vosotros”
Y éste es el solo parentesco que tengo con vosotros”
Puesto que no vamos a andar negando la doctrina de estas autoridades,aceptémoslo: somos “nadie” o “nada”. Pero no sólo: como decía en un artículo anterior, creo que somos “Nada” + “insatisfacción”. La insatisfacción nos la produce, precisamente, nuestra Nada de partida, nuestra insignificancia, un pelín más acá: nuestro ser apenas ocupa la fugaz zona de transición entre billones de años (o lo que sea) de inexistencia por detrás y trillones de años de olvido por delante. Y eso nos desasosiega y nos rebela. Es decir, que gracias a que, como también decía en otro artículo hace unas semanas, no somos nadie, surge en nosotros la imperiosa necesidad de intentar ser alguien. “El ser y el no ser surgen juntos”, decía Lao Tsé en el “Tao te King” (un libro muy recomendable). Y también decía: “Estar vacío es llenarse”. El mundo en general –lo tiene dicho la Biblia– surge de la Nada. Hegel diría que de la negación. Y Sartre: “He aquí que la nada se da como aquello por lo cual el mundo recibe sus contornos de mundo”.
Así que no es la Nada lo bueno; al revés, es lo malo (San Agustín decía literalmente eso: el mal es la Nada). Ni se trata de aceptar nuestros vicios y nuestros defectos, sólo de estarles agradecidos. Agradecidos al demonio y a nuestros vicios, porque nos hacemos en lucha contra ellos, por tanto, gracias a ellos. “Lo eminente tiene su fundamento en lo bajo”, decía asimismo Lao Tsé. ¡Fíjate que me dan ganas de ponerme franciscano y llamar a esa parte sombría que nos habita “hermano demonio”! ¿Qué hubiera sido de nosotros sin la Nada?... ¡No hubiéramos salido de la ídem! Ni del mal, que es el otro nombre de la Nada (Pecado) original, por lo cual decía Cioran: “El mal es abandono; el bien, un cálculo inspirado”; es decir, algo sobrevenido, superpuesto al mal. Y de la Nada y de nuestros vicios y pecados se sale a través de ese gran invento que es la vida y el quehacer que nos da. “En el fondo –decía también Cioran–, ¿qué hace cada hombre? Se expía a sí mismo”. Kierkegaard abundaba cuando aludía a los efectos que la Nada produce en nosotros: “La angustia, sin embargo, no es hermosa por sí misma, sino solamente cuando aparece acompañada por la energía que sabe dominarla”. Hegel expresaba la misma idea a su manera: “Lo imperfecto –decía– no debe concebirse en la abstracción, como meramente imperfecto, sino como algo que lleva en sí, en forma de germen, de impulso, su contrario, o sea, lo que llamamos perfecto”.
La cultura protestante tiene una ventaja sobre la católica: mientras que por aquí nos hemos acostumbrado a ser indulgentes con nuestros pecados (con nuestras imperfecciones, con nuestra insignificancia), porque no hay (había) mas que irse a confesar y quedar libre de pecado (es decir, que salía casi gratis pecar), los protestantes, a causa de su idea de la predestinación, no se pueden (podían) permitir condescender con sus imperfecciones, porque si éstas se hacen patentes, ello sería la señal de que se está predestinado a la condenación. Un buen protestante no puede convivir tan relajadamente con sus pecados como nosotros; se exige mucho más que un católico (a veces, demasiado: algunas sectas calvinistas tienen prohibida la música o los adornos, como los talibanes). Así que, mientras que aquí en España, abanderando la Contrarreforma (y preparando las cotidianas noches de botellón de la actualidad), teníamos una idea de la vida muy laxa e improductiva (muy propia de los hidalgos, que tenían prohibido el trabajo manual, por deshonroso), en los países protestantes se daban una caña tal (la vida productiva era para ellos una señal de estar entre los señalados por la predestinación como salvados) que la acumulación de capital que dio origen a la sociedad capitalista actual se dio sobretodo en los países protestantes (Max Weber lo demostró).
Bueno, Pilar, gracias por animar el cotarro mientras esperamos que otros amig@s se decidan a convertir esto en un hervidero de comentarios. Algun@s ya lo hacen, y también se lo agradezco, pero la mayoría se quedan atascados (no como tú) en el “¡Bufff!" inicial.
Tarde de domingo, acabo de leer tu entrada, lo primero gracias por hacer referencia a mi persona, los que somos un poco egocéntricos no veas lo que nos gusta eso... Seguiré animando el cotarro, pero ahora lo voy a hacer de la siguiente manera: ahora paso a saludar, me daré un paseo y maduraré esto que acabo de leer, que tiene una enjundiaaa...
ResponderEliminarEnvidia me dáis los pensadores, los que además tanto sabéis y podéis hacer referencia a Hegel, a Machado, a León Felipe, y a tanta gente a la que haces siempre referencia y de quien, imagino, tanto has leído...Yo soy "filófofa" de pacotilla, de las de andar por la calle, y seguramente porque ando a veces entre angustias, insatisfacciones...y eso me hace pensar e intentar llegar a conclusiones positivas...Lo intento: la botella medio llena, eso siempre, al menos intentarlo...
Descubrí ayer que el servidor del blog (no sé si se dice así) había eliminado como spam dos correos que no lo eran; se trataba de sendos comentarios, uno de Temujin al artículo "Todo es nada más insatisfacción", y otro de Javier Delgado al artículo "¿Se han acabado los grandes relatos?", a los que remito, pero que contesto aquí, para que no queden esos comentarios y mi respuesta difuminados por la superposición de nuevos artículos aparecidos desde entonces. Empiezo por el de Temujin:
ResponderEliminar____________________________________________
Estoy de acuerdo, Temujin, en que ese potencial heroico que ha salido a flote en los trabajadores de Fukushima lo albergamos todos. Pero, normalmente, muy o del todo apagado; en la vida normal, cuando no tenemos la presión de una siuación límite, tendemos con facilidad al egoísmo, y sólo en circunstancias extraordinarias (esto de Fukushima, el chapapote en las playas de Galicia al que se refería Pilar...) parece que se activa un punto nuestra capacidad para el altruismo. Las desgracias ajenas, a partir de un cierto umbral, nos conmueven y nos hacen solidarios; hasta llegar a ese umbral, suele dominarnos el egoísmo.
Por otro lado, estoy también de acuerdo contigo, Temujin, en que la energía nuclear es demasiado peligrosa. Yo estoy entre los que, después de lo de Fukushima (antes tenía dudas), me declaro contrario al uso de la energía nuclear. No sé qué consecuencias sobre nuestra calidad de vida cotidiana tendría prescindir de las centrales nucleares, pero los riesgos existen y seguirán existiendo pese a las medidas que se tomen, y las consecuencias de los accidentes son aterradoras.
(ÉSTE ERA EL COMENTARIO DE TEMUJIN AL QUE RESPONDO CON LO ANTERIOR:)
ResponderEliminarCon permiso, los héroes es una condición que va con el ser humano, hay personas que proporcionan más valor a unas ideas que a sus propias vidas. El caso de la Central Nuclear japonesa es una de ellas. Los operarios no están ahí por el sueldo ni por recompensas, la energía que les mueve es hacer lo que piensan que es su responsabilidad para con sus conciudadanos, muchos de ellos morirán en fechas próximas y creo que lo saben, por eso su sacrificio tiene más valor en el conocimiento.
Yo soy totalmente opuesto a la monopolizacion de facto de la energía vía nuclear, no me gusta correr riesgos innecesarios, máxime cuando hay otras alternativas que pueden satisfacer las demandas energéticas. Con lo nuclear hay una docena de fuentes monopolizadas por los "entes" energéticos, con otros tipos de fuentes de energía están más popularizadas y la riqueza se distribuye de manera más proporcional. Lo importante de la Energia es saber encauzarla de la forma correcta, la energía de los japoneses que están en la Central es una energía desperdiciada inútilmente, pues hay otras formas de conseguir energía sin matar y sin contaminar. Encaucemosla por ahi. Sino ocurren cosas como mentiras, muertes y contaminación
(Y ÉSTE ES EL COMENTARIO DE JAVIER DELGADO:)
ResponderEliminarEl motivo de que hoy en día el análisis causa-efecto de los acontecimientos esté en declive se debe bajo mi punto de vista a una tendencia persistente a la exaltación del análisis estadístico y la minería de datos como la panacea para la obtención de conclusiones válidas sobre cualquier tema, sin tener en cuenta que los resultados que se infieren de esas técnicas están basados exclusivamente en un análisis de la realidad reciente.
Y por otra parte, cuando se habla de "grandes relatos", a la hora de establecer un análisis de acontecimientos que conducen a la situación actual analizada, la interesada posición de las partes que discuten de poner un límite temporal a la retrospección en el tiempo que resulte conveniente a la parte que expone su posición, en lugar de buscar siempre los referentes temporales retrocediendo hasta el primer momento que se tenga constancia del planteamiento del tema a tratar, de modo que las conclusiones obtenidas no sólo sean válidas a nivel lógico, sino además verdaderas.
Así, por ejemplo, dependiendo del interlocutor se hablará de España a partir de 1978, como si lo ocurrido antes no tuviera que ver en el, a mi modo de ver, caro y falto de equidad modelo de Estado actual, o bien se hablará de España a partir de la Guerra Civil, como si todo lo acontecido antes hubiera sido correcto y no hubiese tenido que ver en aquello, o bien se hablará de la época prehistórica para llegar a la conclusión de que España no existe, que sólo es la concatenación de etnias, tribus y zonas de influencia en un determinado momento, y no se mira desde el momento en el que sí existe una conciencia de España, cómo y porqué se produce y cómo los importantes acontecimientos que tuvieron lugar desde entonces han llevado a la situación actual, de modo que analizando el contexto y la línea de acción que se ha llevado a cabo hasta ahora se puedan corregir de forma realmente efectiva aquellos errores que se ven claros hoy día y se pueda proponer una nueva línea de acción que nos lleve a optimizar los resultados a nivel político, social, económico y lúdico, desde el momento en que nuestra sociedad se pueda permitir este aspecto.
(QUE PASO A RESPONDER:)
ResponderEliminarDe todas formas, Javier, y prolongando tu argumentación, creo que lo que hace válido uno de esos "grandes relatos" con los que se va construyendo la historia es, sobretodo, el hecho de disponer de un método previo adecuado, una manera de incorporar los datos o los hechos históricos a un molde ordenador, que los empiristas consideran que es ajeno a la ciencia, ignorando que todos (incluidos ellos) hacemos uso de una perspectiva sobre las cosas que influye en lo que vemos o dejamos de ver.
A ver si me explico, o mejor, dejo que Hegel se explique a través de un ejemplo en el que se refiere a las muy empíricas leyes de Kepler sobre el movimiento de los astros: "Kepler, dice Hegel, hubo de tener trato familiar con las elipses, los cubos y los cuadrados y sus relaciones a priori antes de descubrir mediante los datos empíricos sus inmortales leyes, que consisten en determinaciones (prácticas) de aquel círculo de representaciones".
En suma: para saber lo que hay que hacer con los datos de la experiencia (los hechos históricos en la historia), hay que tener un nicho mental en el que ir colocándolos. Kepler tenía conocimientos geométricos (abstractos por tanto) que le permitieron entender los movimientos de los astros (precisamente en elipses, círculos...). En historia, hay que haber intuido cuál es el fin, el sentido de la historia (y esto lo descubre la razón), para comprender los acontecimientos concretos que se producen.
Es un poco lioso o complejo este debate en el que nos metemos. No estoy seguro de haberme explicado bien, pero cualquiera sigue aumentando el tamaño de este comentario...