domingo, 20 de mayo de 2012

Desear es sentir nostalgia de algo que está por venir

     La vida toma su fuerza de las partes de la nostalgia que hemos conseguido transformar en Deseo. “La condición de toda productividad es el poder recordar”, decía Kierkegaard. Los objetos del Deseo son los hitos fugitivos de un camino que conduce a lo imposible. Si esos objetos se hacen estables y llegamos a vincularnos a ellos, es decir, si convertimos el Deseo en Amor, es que aceptamos desistir de lo que no puede ser, y volcamos sobre las formas de lo real toda la intensidad con la que hasta entonces nos sentíamos reclamados por nuestros sueños.

     Todo lo que amamos, por lo tanto, nos limita. En nuestra supeditación a lo que tiene forma va incluida la ineludible dosis de renuncia a ir más allá.

     También Dios encarnó su Espíritu, es decir, aceptó acotar sus sueños de infinitud dentro de la exigua monotonía de la forma. Pero mientras que nuestro Amor es tan sólo el reverso de apenas una ausencia, el Amor de Dios tuvo que contrapesar la nostalgia por la noche inmensa de la Nada. Para llegar a crear el mundo, tuvo Dios que renunciar primero a dar satisfacción a las demandas imposibles de su nostalgia infinita. La realidad es el molde restrictivo y decepcionante en el que acaban acotados finalmente los sueños utópicos de un Dios enamorado.

(De mi "Paradoja y Verdad. Propuesta de reforma del sentido común")



1 comentario:

  1. LA NOSTALGIA DE LO NO PASADO

    Hola, Javier: te has adentrado en tus propias paradojas. Citaré a Sabina: “(...) No hay nostalgia peor que añorar lo nunca jamás sucedió (...)” (Con la frente marchita). La nostalgia queda circunscrita a la pérdida o añoranza del pasado, ya sean hechos, personas, paisajes... Es la pena que nos reconcome por la ausencia de algo de lo citado. La nostalgia por el porvenir se convertirá por ello en un oxímoron, una contradicción en los términos, así que lo que podemos apreciar en ello es su sentido metafórico.

    Por lo demás, estoy conforme con tu apreciación de conformar los deseos en amor y constreñirlos a lo finito, abandonando la infinitud de los deseos.

    Respecto a la nostalgia de Dios... me remitiré a Stephen Hawking y su último libro en donde se aparta de sus anteriores postulados para indicarnos que la física moderna descarta la existencia de Dios para crear el universo. El Big Bang fue la consecuencia inevitable de las fuerzas del universo.

    Tú has optado por la visión antropomorfa de un Dios con sus sentimientos como puede ser, de nuevo, la nostalgia. Ya sabemos que es peliagudo el tratamiento del Creador y que cada uno tiene sus ideas, aunque ya Darwin (aún creyente) desligó la evolución biológica del Creador. Tú ya sabes lo desligado que yo también estoy de esa figura sobrehumana que nos hacen creer nos puso aquí.

    Un saludo con un tanto de nostalgia por no haber escrito en estas últimas intervenciones de tu blog.

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