domingo, 6 de julio de 2025

SÓLO "YO", ES DECIR, EL CAOS

Nietzsche contrapone al “yo” con el “rebaño”. Como buen heredero del idealismo, considera que el “yo” y su voluntad debe de prevalecer sobre lo que proceda de la colectividad. “Y eso a lo que habéis dado el nombre de mundo –decía, por ejemplo, Nietzsche por boca de Zaratustra–, eso debe ser creado primero por vosotros: ¡vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir ese mundo!”[1]. Una manera de pensar que acabó llevándole e aquello de que “no hay hechos, sólo interpretaciones”[2]; es decir, que la realidad es lo que cada cual, cada “yo”, decida que sea. Está claro que cuando uno sólo tiene como referente para su moral y su comportamiento lo que dicte la colectividad, se convierte en “rebaño”; pero cuando, por el contrario, sólo es el “yo”, Dionysos, el dios del caos, acaba tomando el poder: nada ni nadie podrá venir a intervenir en mi moral y en mi conducta, todo dependerá de mi “voluntad”. ¿Voluntad referida a algún tipo de tarea trascendente, que vaya más allá del “yo”? No, no, voluntad… de más, voluntad de poder, voluntad sin forma concreta… Dionysos, luego el caos.



[1] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, pág. 132.

[2] Friedrich Nietzsche: “Fragmentos póstumos”, Vol. 4, Madrid, Tecnos, 2008, p. 222.