domingo, 27 de julio de 2025

EL DESEO NUNCA ACABA DE CONFORMARSE


 

“Muchas cosas, quede dicho de una vez por todas, quiero no saberlas. La sabiduría marca límites también al conocimiento” (Nietzsche[1])

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 “Lo sabio está separado de todas las cosas” (Heráclito[2]).

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“El desacuerdo con las cosas es un signo evidente de vitalidad espiritual” (Cioran[3])

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“Del vacío de la vasija surge su utilidad”, dice el Tao, y apostilla: “la no existencia de las cosas nos es útil” (Lao Tsé[4])

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“Las cosas, cuando faltan, empiezan a tener un ser” (Ortega y Gasset[5])



[1] Nietzsche: “Crepúsculo de los ídolos”, Madrid, Alianza, pág. 30.

[2] Heráclito en VVAA.: “De Tales a Demócrito. Fragmentos presocráticos”. Madrid, Alianza, 2001. Fragmento nº 83.

[3] Cioran: “De lágrimas y de santos”, Barcelona, Tusquets, pág. 70

[4] LAO TSÉ: “Tao te king”. Madrid, Debate, 1999.

[5] Ortega y Gasset: “Unas lecciones de Metafísica”, O. C., Tº 12, pág 72.

jueves, 24 de julio de 2025

LA INSUPERABLE PRODIGALIDAD DEL SER

 

Todo tiende a la exageración, a extenderse más allá de lo necesario, a multiplicarse por encima de cualquier cautela. Hay más estrellas y galaxias de las que se necesitarían para tener un universo sensato, ponderado, manejable. ¿Para qué tantos espermatozoides postulándose en la carrera por acceder a un óvulo en el que solo cabe uno? Aspiramos a muchas más cosas de las que puede contener una vida. Lo útil, en fin, es solo una pequeña parte de lo inútil. El horror a la nada ha generado un desmesurado afán de alcanzar el todo.

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“La vida ha triunfado sobre el planeta gracias a que en vez de atenerse a la necesidad la ha inundado, la ha anegado en exuberantes posibilidades, permitiendo que el fracaso de una sirva de puente para la victoria de otra” (Ortega y Gasset[1]).

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“Nuestros anhelos son energías prisioneras en la prisión de la materia y gastamos la mayor parte de ellas en resistir el gravamen que ésta nos impone” (Ortega y Gasset[2]).



[1] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VII, O. C., Tº 2, pág. 611.

[2] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Tº VI, O. C., Tº 2, pp. 555-556.

viernes, 18 de julio de 2025

CÓMO EL ARTE ANTICIPÓ EL POSMODERNISMO

Cèzanne: "Monte Santa Victoria"

A partir del Renacimiento, el mundo empezó a rebajarse a ser solo lo que los sentidos, y en su nombre los laboratorios, decían que era. En arte, con Cézanne (“el padre de todos nosotros”, decía Picasso en nombre de los artistas de vanguardia, los posmodernos del arte) se llegó a un punto en el que se empezó a decidir que la realidad auténtica, y por tanto lo que el artista debía tratar, era solo la que entraba por los ojos, por los sentidos, no la que procedía de las construcciones mentales: “El artista no es más que un receptáculo de sensaciones –decía Cézanne– ¡Nada de teorías! (…) Somos un caos irisado (…) El hombre ausente (…) Un cuadro no representa nada, no debe representar, en principio, más que colores”[1].



[1] Cézanne citado en Ernst Fischer: “La necesidad del arte”, Madrid, Altaya, 1999, pp. 88-89.

lunes, 14 de julio de 2025

ESTAMOS NEGANDO TODO LO QUE AÑTAÑO SUSTENTABA LA REALIDAD


 

“Este tipo de vida para el que vivir es insistir en lo recibido, es el tradicionalismo. Pero he aquí que en el Renacimiento, de pronto, vira sobre sí mismo el corazón europeo, y se invierte la actitud de los espíritus. Todas esas tradiciones, todo eso recibido empieza a aparecer insuficiente, infundado, torpe, absurdo. Las gentes comienzan a sentir que la vida solo tiene valor si lucha contra todo eso, si se libera de todo eso. Llevamos sobre todo tres siglos durante los cuales para las gentes vivir era libertarse de algo, de alguna tradición. Por tanto, llevamos tres siglos (…) de combate contra lo constituido como tal, contra la autoridad política, contra el dogma religioso, contra el escolasticismo científico, contra la norma poética (…) (Se ha impuesto un) sentido de la vida como un esfuerzo negador (…) En 1870 comienza, con el impresionismo, la gran rebelión contra las Bastillas pictóricas, contra los Museos y su tradición. También los pintores van a abrir la serie de los programas subversivos. En fin, hasta (…) Los títulos de las nuevas ciencias del espacio ostentan a la intemperie su musculatura negativa: la geometría no-euclidina, no-arquimédica etcétera” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “En un banquete en su honor en ‘Pombo’”, O. C. Tº 6, p. 228.

jueves, 10 de julio de 2025

QUEDA DESVELADA LA META DE LA VIDA

“Todo querer es constitutivamente un querer hacer lo mejor que en cada situación puede hacerse, una aceptación de la norma objetiva del bien. Unos pensarán que esta norma objetiva de la voluntad, este bien sumo, es el servicio de Dios; otros supondrán que lo óptimo consiste en un cuidadoso egoísmo o, por el contrario, en el máximo beneficio del mayor número de semejantes. Pero, con uno u otro contenido, cuando se quiere algo, se quiere por creerlo lo mejor, y sólo estamos satisfechos con nosotros mismos, sólo hemos querido plenamente y sin reservas, cuando nos parece habernos adaptado a una norma de la voluntad que existe independientemente de nosotros, más allá de nuestra individualidad” (Ortega y Gasset[1])

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 “Tácita o paladinamente, la vida de cada ser es un ensayo de apoteosis. De lo que en nosotros hayamos mejor, quisiéramos hacer lo óptimo del universo” (Ortega y Gasset[2])



[1] Ortega y Gasset: “El tema de nuestro tiempo”, O. C. Tº 3, Madrid, Alianza, 1983, p. 165.

[2] Ortega y Gasset: “Kant. Reflexiones de un centenario”, O. C. Tº. 4, Madrid, Alianza, 1983, pág. 42. 

 

domingo, 6 de julio de 2025

SÓLO "YO", ES DECIR, EL CAOS

Nietzsche contrapone al “yo” con el “rebaño”. Como buen heredero del idealismo, considera que el “yo” y su voluntad debe de prevalecer sobre lo que proceda de la colectividad. “Y eso a lo que habéis dado el nombre de mundo –decía, por ejemplo, Nietzsche por boca de Zaratustra–, eso debe ser creado primero por vosotros: ¡vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor deben devenir ese mundo!”[1]. Una manera de pensar que acabó llevándole e aquello de que “no hay hechos, sólo interpretaciones”[2]; es decir, que la realidad es lo que cada cual, cada “yo”, decida que sea. Está claro que cuando uno sólo tiene como referente para su moral y su comportamiento lo que dicte la colectividad, se convierte en “rebaño”; pero cuando, por el contrario, sólo es el “yo”, Dionysos, el dios del caos, acaba tomando el poder: nada ni nadie podrá venir a intervenir en mi moral y en mi conducta, todo dependerá de mi “voluntad”. ¿Voluntad referida a algún tipo de tarea trascendente, que vaya más allá del “yo”? No, no, voluntad… de más, voluntad de poder, voluntad sin forma concreta… Dionysos, luego el caos.



[1] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, pág. 132.

[2] Friedrich Nietzsche: “Fragmentos póstumos”, Vol. 4, Madrid, Tecnos, 2008, p. 222.