miércoles, 11 de septiembre de 2024

EL MIEDO QUE EL PRÓJIMO NOS PRODUCE

Robinson Crusoe: “Un día, cerca de mediodía, cuando iba a visitar mi canoa, me sorprendí de una manera extraña al descubrir sobre la arena la reciente huella de un pie descalzo. Paréme de repente como herido de un rayo o como si hubiese visto alguna aparición; escuché, dirigí la vista alrededor de mí, pero nada oí, no vi nada (...) Aterrorizado por el miedo, volvía la vista a cada paso detrás de mí y tomaba por hombres a los árboles y arbustos y, finalmente, a todo lo que estaba a alguna distancia (...) Algunas veces creía que era la huella del pie de Satanás...” (Daniel Defoe[1])

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“¿De dónde procede mi miedo a todo? De un desequilibrio nervioso, desde luego. Pero también de la idea que tengo de los seres, de todo lo que se mueve. Desconfío de lo existente como tal” (E. M. Cioran[2])

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“Lo peor del miedo es que da miedo; entre hombres mutuamente aterrorizados la catástrofe es inevitable” (María Zambrano(3))



[1] “Aventuras de Robinson Crusoe”, Daniel Defoe, pp. 157-158

[2] E. M. Cioran: “Cuadernos 1957-1972”, Barcelona, Tusquets, 1997, p. 159.

[3] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Barcelona, Planeta De Agostini, 2011, p. 121.

lunes, 2 de septiembre de 2024

 

¿Somos, para empezar, una pizarra vacía y vamos conociendo el mundo a medida que las experiencias que tenemos van dejando su huella en esa pizarra desocupada que somos inicialmente? Aunque resulte contraintuitivo, ocurre, por el contrario, que conocemos sólo aquella parte del mundo a la que prestamos atención, y la atención  es un recurso que significa que buscamos a través de ella algo que ya estaba prefigurado en nuestra expectativa; como dice Ortega, “fijarse es precisamente buscar el objeto de antemano, y es como un preverlo antes de verlo”. Esa es la razón de que Don Quijote se enamorara de Dulcinea antes de que ésta fuera una mujer real. De modo que, sustituyendo ese ideal de mujer por la verdad, puede decir asimismo Ortega: “Una verdad no es verdad porque se la desea; pero una verdad no es descubierta si no se la desea y porque se la desea se la busca[1].



[1] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pág. 392