“La Rebelión de las Masas, de D. José Ortega y Gasset, de hace 100
años, no tiene nada que explicar hoy. Y, disculpa, como pensador político no
llega a los tobillos de Azaña, y de psicología no sabía nada de la escuela
vienesa del psicoanálisis, y etc, etc. Insisto que quien ha lanzado esa boutade
es un ignorante o un falso. Y Gregorio Marañón? Y Ramón y Cajal? Y Rof y Carballo?
Y Castilla del Pino? Y Cayetano López? Y Jesús Mosterín?, etc, etc. Hay que
actualizarse y no vivir en 1930. Ya está bien de falacias”.
A propósito de “La
rebelión de las masas” y su por el comentarista de mi página cuestionada
actualidad, espero ir teniendo ocasión de entrar más a fondo de lo que podría
hacerlo aquí. De momento, remito al artículo de este blog que titulé “El hombre-masa y su pretendido derecho a
mantener opiniones infundadas” (https://ellectordeortegaygasset.blogspot.com/2020/01/mis-lecturas-de-ortega-el-hombre-masa-y.html
)
Podría valer como modo de iniciar la
disputa sobre esa eventual actualidad.
La comparación con Azaña no es, en
este contexto, pertinente, pues lo que yo afirmo y sostengo es la primacía de
Ortega en el panorama del pensamiento en lengua española, y Azaña fue político
más que pensador. Tiempo habrá de entrar en otros aspectos.
Respecto de Gregorio Marañón, amigo de Ortega (incluso era
su médico), y cofundador con él y Pérez de Ayala de la Agrupación al Servicio
de la República, diré que sobresalió como médico, historiador y científico,
aunque menos como pensador. Tuvo una gran talla en todas esas facetas, pero no
creo que, si hacemos valoraciones con la necesaria discreción, pueda disputarle
a Ortega su puesto de primacía en la filosofía. De Ramón y Cajal se puede decir
lo mismo, aunque restringiendo el campo de este más estrictamente al terreno
científico.
Me referiré ahora a las relaciones de Rof Carballo, gran
psicólogo y pionero de la medicina psicosomática en España, con Ortega. Diré
que él habló con admiración de la obra de este, y se refirió a ella con el
calificativo de “obra catedralicia”. Su propia obra, la de Rof Carballo, debe
mucho a sus lecturas de Ortega, Xavier Xubiri y Laín Entralgo. Debiera de
servir esto para ordenar jerárquicamente a ambos autores.
Sobre Castilla del Pino, puedo decir que Juan Ángel Vela del
Campo, en su libro titulado “Carlos Castilla
del Pino, el humanismo posible” desgranó algunas de las lecturas favoritas
del insigne psiquiatra, entre ellas, la Vida de Santa Teresa de Jesús, y
autores como Pío Baroja y Ortega y Gasset entre los españoles; franceses como
Pascal y alemanes como Thomas Mann. A Ortega lo leyó desde joven.
Cayetano López es científico, no pensador.
Jesús Mosterín tiene escrito un artículo titulado “Ortega y la sabiduría” en el que dice: “Ortega
sigue siendo interesante y actual para nosotros en la medida en que no nos
conformemos con vivir de cualquier manera, en la medida en que aspiremos a la
buena vida, en la medida en que seamos filósofos de la segunda variedad. En
este segundo sentido de la palabra, el filósofo es quien trata de vivir lo
mejor posible. Quien lo consigue es el sabio”.
Y respecto de que Ortega no sabía nada de la Escuela Vienesa
de psicoanálisis, como el asunto me toca más de cerca, diré algo más: Ortega
fue el impulsor de la primera edición de las Obras Completas de Freud en español, en 1922. Él fue quien le
propuso a Ruiz Castillo, editor de Biblioteca Nueva, que la llevara a cabo.
José Ortega Spottorno, hijo de Don José, transcribe las palabras que este le
dijo al editor: “Querido Ruiz Castillo —dijo un día mi padre a su amigo, el editor José
Ruiz Castillo—, yo no tengo dinero, pero voy a hacerle un regalo. Publique Ud.
toda la obra de un psicólogo vienés, Sigmund Freud, cuya fama está creciendo en
todo el mundo con su ciencia del psicoanálisis”[1].
Fue la primera vez que se editaban estas Obras Completas (incompletas por
entonces en realidad, puesto que Freud murió en 1939) en una lengua no alemana.
La traducción, también a instancias de Ortega, la llevó a cabo Luis López Ballesteros,
y Freud se refirió elogiosamente a ella, porque conocía el idioma español que
aprendió, dice, para leer el Quijote en su lengua original. Escribe Ortega en el
prólogo a esta edición: “Han sido, en efecto, las ideas de Freud la
creación más original y sugestiva que en los últimos veinte años ha cruzado el
horizonte de la Psiquiatría”. Por otro lado, Ortega se refiere en sus
obras recurrentemente a Freud y le dedica varios artículos, el primero, en
1911, cuando aún no conocía nadie a Freud en España.
Por otra parte, Ortega leyó también a Carl Gustav Jung, al
que se refirió en un artículo de 1924 o 1925, titulado “Fraseología y sinceridad”, cuando, por descontado, todavía no
existía ninguna traducción de Jung al español.
Sobre otro tema que ha surgido en los comentarios, el de la “verdad”,
me retengo para poder hablar de ello con más detenimiento en otro momento, y
así publicar esta respuesta ya.
[1] José
Ortega Spottorno: “Los Ortega”, Ed. Taurus.