viernes, 30 de agosto de 2024

LA VERDAD EXISTE, PERO ES INVISIBLE

Añadimos razón e imaginación a la vida, porque lo meramente vivido no nos da la verdad de las cosas. “No ha de olvidarse que la verdad no es nunca lo que vemos, sino precisamente lo que no vemos: la verdad de la luz no son los colores que vemos, sino la vibración sutil del éter, la cual no vemos” (Ortega y Gasset[1]). Por tanto, del trato directo con las cosas solo podremos extraer sinceridad, constatar sin ambages lo que uno siente sin agregar a ello ningún aporte de la imaginación. “Pero la verdad no se siente, la verdad se inventa” (Ortega y Gasset[2]); sinceridad no equivale a verdad. El realista, el sincero, se atiene a lo que ve o siente, pero la verdad está más allá de lo evidente. El bosque no son los árboles que vemos, sino lo que está oculto tras ellos. Por eso Nicolás de Cusa hablaba del Deus absconditus: lo que más importa siempre está más allá.



[1] Ortega y Gasset: “Asamblea para el progreso de las ciencias”, O. C. Tº 1, p. 101.

[2] Ortega y Gasset: “Planeta sitibundo”, O. C. Tº 1, p. 147.

viernes, 23 de agosto de 2024

LA FILOSOFÍA BUSCA ALGO QUE NO SABE LO QUE ES

La realidad de cada cosa no se reduce a estar en lo que de esa cosa nos es accesible y evidente, lo que está, pues, al alcance de la ciencia; y es que siempre quedarán preguntas por responder sobre las cosas, puesto que cada una nos remite a todo el resto del Universo, con el cual está interconectada. Y para indagar en ese espacio que discurre entre cada cosa y el resto del Universo es para lo que está dispuesta la filosofía.

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“Todas las ciencias particulares empiezan por acotar un trozo del Universo, por limitar su problema, que al ser limitado deja en parte de ser problema (…) Pero el Universo en cuya pesquisa parte audaz el filósofo como un argonauta no se sabe lo que es. Universo es (…) todo cuanto hay (es decir, es) la negación de lo que sólo sea parte, trozo, fragmento. El filósofo, pues, a diferencia de todo otro científico, se embarca para lo desconocido como tal. Lo más o menos conocido es partícula, porción, esquirla de Universo (…)a las demás ciencias les es dada su objeto, pero el objeto de la filosofía como tal es precisamente el que no puede ser dado; porque es todo, y porque no es dado tendrá que ser en un sentido muy esencial el buscado, el perennemente buscado” (Ortega y Gasset[1])



[1] Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?, O. C. Tº 7, pp. 308-309. 

lunes, 19 de agosto de 2024

LA VIRTUD ES UN VICIO MEJORADO

 

“La virtud necesita de los vicios y de ellos se alimenta”, (Ortega y Gasset[1]).

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“Si no existiera la imperfección, un defecto original en la base de la creación, ¿cómo se explicaría el impulso creador, el anhelo por (superarlo)?” (Carl G. Jung[2]).

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“El amor de la verdad, suprema energía del ánimo, no debe llegar a convertirse en odio al error, pues de él vive la verdad; gracias a que él existe se sabe que es verdad. Si el error se suprimiera mágicamente la verdad dejaría de ser verdad y se convertiría en dogma. Del mismo modo, la virtud, recluida en cenobios suntuosos, se alimenta de los vicios colindantes” (Ortega y Gasset(3)).



[1] Ortega y Gasset: “La estética de ‘El enano Gregorio el Botero’”, O. C. Tº 1, p. 540.

[2] Carl G. Jung: “Recuerdos, sueños, pensamientos”, Barcelona, Seix Barral, 1981, p. 326.

[3] Ortega y Gasset: “Psicoanálisis, ciencia problemática”, O. C. Tº 1, p. 218.

viernes, 16 de agosto de 2024

LO QUE DA SENTIDO A NUESTRA VIDA ESTÁ POR VENIR

 

“Nada tiene sentido para el hombre sino en función del porvenir” (Ortega y Gasset[1]).

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“Es el porvenir quien debe imperar sobre el pretérito, y de él recibimos la orden para nuestra conducta frente a cuanto fue” (Ortega y Gasset[2]).

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“Todo lo que se hace se hace por algo, en vista de algo. Pero nosotros sabemos ya lo que es ese algo, en vista del cual hacemos todo: es nuestro futuro, porque el pasado y el presente no nos puede importar por sí. Lo que nos importa es ser, existir mañana —vivir es pervivir—; lo demás es haber vivido” (Ortega y Gasset[3]).

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Y sin embargo, Unamuno opinaba que: “Se vive en el recuerdo y por el recuerdo, y nuestra vida espiritual no es, en el fondo, sino el esfuerzo de nuestro recuerdo por perseverar, por hacerse esperanza, el esfuerzo de nuestro pasado por hacerse porvenir” (Miguel de Unamuno[4]).



[1] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C. Tº 4, Madrid, Alianza, 1983, p.162.

[2] Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”, O. C., Tº 4, Madrid, Alianza, 1983, pág. 91.

[3] Ortega y Gasset: “En el centenario de una Universidad”, O. C. Tº 5, p. 464.

[4] Miguel de Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”, Madrid, Espasa-Calpe, 1967,  p. 15.

miércoles, 14 de agosto de 2024

EDWARD HOPPER: LA VIDA QUE NO ACABA DE LLEGAR

Si entendemos la vida a partir de lo que de ella han hecho los personajes que más lejos han llegado a su través, deberíamos concluir que vivimos para realizar una tarea, un objetivo, quizás una misión. Pero en nuestra época parece que han entrado en crisis los “para qué”. No sabemos qué esperar o a dónde ir, y o bien nos aferramos a lo inmediato o nos quedamos interrumpidos en nuestro tránsito vital que pareciera que sólo estábamos realizando por inercia. Edward Hopper supo reflejar con singular pericia ese estado de ánimo que Cioran vino a dar expresión en este irónico aforismo: “La ‘vida’ es la carrera a un tiempo querida e inevitable hacia (…acaba de sonar el teléfono y he olvidado lo que quería decir)”[1].



[1] Emil Michel Cioran: “Cuadernos 1957-1972”, Barcelona, Tusquets, pág. 194

martes, 6 de agosto de 2024

VENIMOS DEL MIEDO

“La paz verdadera, no nace del instinto, del hombre en estado de naturaleza. En la tragedia del estado de naturaleza lo más natural es la guerra, la discordia. El hombre frente a su igual se llena de terror y de recelo (…) Y lo peor del miedo es que da miedo; entre hombres mutuamente aterrorizados la catástrofe es inevitable (…) La paz no puede nacer de un pacto entre iguales que tiemblan al verse” (María Zambrano[1])

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“Cierta etapa de la evolución humana es incomprensible si no se admite que el hombre vivió durante ella señoreado por el terror. Los «tabús», los ritos mágicos, sólo se entienden partiendo de un miedo difuso alojado en las almas. Nada es indiferente: cualquier acto puede disparar las secretas fuerzas hostiles que se ocultan en la tierra” (Ortega y Gasset[2])

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“El miedo, en efecto, ése es el sentimiento básico y hereditario del hombre; por el miedo se explican todas las cosas, el pecado original y la virtud original” (Nietzsche[3])



[1] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Barcelona, Planeta De Agostini, 2011, p. 121.

[2] Ortega y Gasset: “Espíritu de la letra”, O. C. Tº 3, pp. 598-599.

[3] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, p. 403.